Es posible que el deber sea eso que nosotros esperamos que los demás hagan mientras nosotros permanecemos al margen. Ya digo que se trata de un punto de vista discutible, como también resulta interesante debatir sobre si el cumplimiento del deber merece o no recompensas extraordinarias que vayan más allá de lo razonable. Lo cierto es que en muchos ámbitos se ha acabado revistiendo de singularidad el cumplimiento estricto de las obligaciones e incumbencias y hemos acabado saludando como admirable el hecho de que la gente haga simplemente lo que le corresponde. Escribir sin faltas de ortografía no debería merecer premio para el periodista, ni el punto de cocción del arroz para el cocinero. Y claro, así se entienden los aplausos y oleadas de elogios que está recibiendo la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, tras haberse comprometido a que la administración autonómica efectuará en 2015 a sus funcionarios las pagas extraordinarias que no ha pagado los dos últimos años. Del dinero esfumado esos años no dice nada e, incomprensiblemente, es más noticia el dinero que se promete que el que no se ha pagado. Es decir, que hemos acabado haciendo acción de gracias porque las administraciones cumplan los convenios colectivos. Tenemos lo que nos merecemos. Lo verdaderamente extraordinario sería ver a la Junta cumplir alguna vez lo que promete o anuncia porque si yo fuera funcionario de la Junta no haría cuentas ni cálculos con esa paga extraordinaria, porque no es la primera vez que las promesas de la Junta acaban en el cajón del olvido o, simplemente, se reprograman, se reconducen o se ajustan a las necesidades puntuales de la dinámica de crecimiento imparable de la administración de todas y todos, etcétera. Y ahora, como cierre, apunto una maldad: ¿ve usted bien que los jugadores de la Selección Española cobren 720.000 euros por barba si vuelven a ganar el Mundial?
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