Whatsapp: El mayor grupo de contagio del ébola
lunes 13 de octubre de 2014, 07:31h
Add to Flipboard Magazine.
Madrid, 12 de octubre de 2014. Preparo mi bolso para ir a la oficina al día siguiente, y meto a presión un artilugio más entre la documentación, el hilo dental, la tarjeta de fichar, el abono de transporte, los paracetamoles, la valeriana, los cosméticos y demás compañeros de viaje que me acompañan cada día en mi recorrido desde el centro de la ciudad hasta las afueras y viceversa. El artilugio en cuestión es el ya famoso “Gel Higienizante de Manos”, que por cierto, me las está dejando más secas que la mojama. Todo sea para ahuyentar al famoso virus del ébola. No paro de lavármelas en cuanto tengo un momento, ya sea en el bus, en el metro, o antes de los aperitivos diarios que en esta batalla antidieta con la que llevo luchando desde que cumplí los cuarenta, me acompañan con cierta asiduidad cada día. También me las lavo cada vez que toco la barandilla de la escalera mecánica del metro, o cuando acabo de salir del autobús, y también lo hago si voy a utilizar un pañuelo o voy a tocarme la cara para algo, no vaya a ser que me pase como a la pobre auxiliar ingresada, que aparentemente se está recuperando, lo que siembra una semilla de esperanza en medio de tanto sobredimensionamiento mediático y político tanto a nivel local, nacional, como internacional. Ojalá que se salve, por ella y por el bienestar mental de los madrileños.
En mi caso, una compañera que reside en Móstoles y que lleva a sus hijos a un colegio de Alcorcón, y un ex marido que reside cerca de la vivienda de Teresa y conoce a su marido (al que no ve hace mucho tiempo), son los únicos nexos de unión vinculantes (que no lo son ya que el contacto físico es inexistente) con la enfermedad. Por otro lado la cercanía con el Carlos III o tener familiares médicos en algunos hospitales de los afectados, no es más que un círculo que se abre y que no afecta, pues no tengo contacto con ninguno de ellos. Asustadita me quedé, eso sí, cuando ayer, en una visita a la farmacia para comprar un antigripal, comentaban la farmacéutica y una clienta que habían estado desayunando juntas en el Carlos III (supongo que habrá cafetería), y que la próxima vez quedaban en La Paz. No tenía por qué asustarme, lo sé, pero no pude remediar que en la farmacia se escuchara mi suspiro de preocupación y la mirada atónita a la farmacéutica de algunos jubilados. Y es que entre tanto parado y jubilado la gente tiene más tiempo de ver la televisión, y se engancha desde por la mañana al virus del ébola radiado, televisado o escrito, cada cual saca sus propias conclusiones, y nunca son buenas. El ébola es trending topic, y los mayores grupos de contagio son los grupos de whatsapp, donde encuentras cada día diferentes bulos, versiones y rumores de lo que sucede con el dichoso virus. Esto es un sinvivir. Mi hija me dijo el primer día de bulos que compráramos latas de conserva y agua mineral por si nos aislaban. Imagínense la cara que se me quedó ante tamaño consejo…creo que las cosas ya se están relativizando un poco más….
Se ha montado una bien gorda por el sacrificio de la ya famosa perrita Excalibur (nombre profético ya que, al igual que la famosa y única espada, ha sido única en levantar un movimiento fanático que para sí quisieran los Beatles, contrario a su ejecución, en tanto en cuanto, tras miles de galgos ahorcados en tierras de La Mancha, miles de perros sacrificados en las perreras cuando no se puede mantener a los cachorros, y otros tantos malcuidados, desnutridos y solos en chalets de la sierra, no lo habían hecho). Muchos animalistas afirman que lo mismo es la vida humana que la vida perruna, y bueno, no podemos sino estar de acuerdo desde un punto de vista biológico, ya que evidentemente una vida animal debería ser igual a otra vida animal, pero no podemos estar menos de acuerdo cuando se trata de la posibilidad de engendrar más contagios en otros perros y en más humanos. Al menos, es mi opinión, que sé que los animalistas, si llegan a leerme, contradecirán y satanizarán. Pero sí, yo sobrepongo la vida de los humanos, a cualquier otro tipo de vida, más cuando se trata de casos tan flagrantes como éste. Estoy segura, no obstante, que la muerte de la perrita ha sido instada por instituciones más altas que la española, y que la perrita descansara en paz junto a la famosa perrita Laika y muchos animales de laboratorio a los que se hace sacrificar y se tortura en vida para curar enfermedades humanas.
Seguro que Teresa seguirá mejorando, y si no fuera por la gravedad de lo sucedido -desde el punto de vista sanitario, social, y político- me gustaría pensar que “un día nos reiremos de todo esto”.
A mí me preocupan más mucho más el cáncer, la malaria, el sida, la ELA, las enfermedades raras por las que sufren los niños, la esclerosis múltiple que se da en jóvenes, los enfermos siquiátricos sin acompañantes que les orienten y les den la medicación, y un sinfín de enfermedades más que no tienen cura y sobre las cuales se investiga muy poquito, y ver como cerramos los ojos mientras los africanos, e incluso algunos españoles vecinos, se encuentran desnutridos y desatendidos, muriendo al día siguiente.
Periodista.Licenciada por la Universidad Complutense.Título (Máster) en Identidad Corporativa por ESIC y uno en Gabinetes de Instituciones por Corporación Multimedia.Fue becada por Radio Televisión Española y Telemadrid. Ha colaborado en los suplementos económicos de Cinco Días.Técnico de comunicación para la Dirección General de Empleo de la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid.
|
|