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Regala cuentos por Navidad
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Regala cuentos por Navidad

Por Moises Palmero Aranda
lunes 15 de diciembre de 2025, 11:41h
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Como Robe, al levantarme de la cama y mirarme en el espejo he sentido que empieza a desaparecer. En su canción era él quien lo hacía para terminar convirtiéndose en el hombre pájaro. En mi caso es la agradable sensación que me ha acompañado durante toda la semana después de volver de La Vall de Almonacid, donde se celebró el I Festival Nacional de Cuentacuentos y me galardonaron con el segundo premio por contar Un delfín entre las estrellas.


La adrenalina me duró lo suficiente para mantenerme atento a la carretera durante el viaje de vuelta. La dosis de dopamina es ahora cuando comienza a disiparse, y, antes de que desaparezca del todo, quería aprovechar las sensaciones que aún me quedan, para dejarlas por escrito, por si algún día me releo, volver a sentir su efecto estimulante.


Fue una magnífica experiencia para celebrar el puente de la Constitución, y no lo digo por el premio recibido, que también, sino porque me pareció estar, o así lo recuerdo ahora, en un cuento medieval, donde varios juglares se reúnen para mostrar sus habilidades a los niños del pueblo, a cambio de un plato caliente y un rinconcito donde dormir.


Podría adornar un poco más la historia, hablando de la joven princesa a la que había invadido la tristeza sin causa aparente, y de sus padres, los reyes de la comarca del Alto Palancia, que, a sugerencia de su consejero, prometieron una recompensa al que la hiciera reír. Pero mejor no entrar en muchos detalles porque, conociéndome como me conozco, al final me enredaré en que la tristeza era a causa de una boda de conveniencia con un abuelete, en los impuestos con los que ahogaban a sus vasallos y en que a su consejero, más que aconsejar, le gustaba meter la mano donde no debía, en las arcas reales y debajo de las faldas de la reina, circunstancia que, en aquel tiempo, terminaría por costarle su puesto y la cabeza, y en este, facturando en los platós de televisión.


Almonacid es un pueblo de cuento, con su castillo fortaleza dominando el paisaje sobre un promontorio de la Sierra de Espadán, ahora Parque Natural, pero donde cazarían los nobles, en un valle recorrido por el río Chico, en cuyos márgenes se reparten las huertas y los campos cubiertos de olivos, y con calles empinadas, intrincadas, que confluyen en la plaza, donde se celebraban los mercados y las ferias del ganado, los entierros y los ajusticiamientos para mantener el orden y demostrar quién mandaba en la comarca, y donde contamos historias para todos los gustos.


Había una niña que volaba en un pedo, un banquero que repartía dinero al ritmo de un tic-tac, una abuelita que atesoraba un tarro lleno de besos preparados para cada ocasión, el misterioso asesinato de Ramón, un tren para aprender que todos somos iguales, uno en el que nos enseñaban a ser superhéroes que salvan vidas y, el que consiguió hacer reír a la princesa, el del pícaro sastre que engañó a todo un emperador prometiéndole un traje con una tela que los tontos no podían ver.


Y recordando esta experiencia, caigo en la cuenta y en el cuento de que ya se acerca la Navidad, y que los Reyes Magos y el colonizador Noel ya deben estar recibiendo las cartas con los deseos con los que el marketing embauca a los niños. Misivas cada vez más tecnológicas y menos literarias.


Y como luego nos pasamos el año lamentando que nuestros niños cada vez están más ariscos, violentos, adoctrinados y esclavizados a las pantallas, y que ya no juegan con otros amigos, porque no tienen imaginación, creatividad y no saben canalizar la frustración ni su aburrimiento, ahora es el momento de hacer algo por ellos.


Escondan o mutilen las cartas, que un móvil no sea el regalo estrella para estas fechas, y regálenles cuentos, literatura, porque fomentar la lectura en los niños es ofrecerles una herramienta para hablar, escribir y comunicarse mejor, para ayudarlos a crear, a imaginar, a ser más empáticos y reflexionar sobre otras realidades, y les ayuda a relajarse, a parar el ritmo y a bajar el nivel de ruido que nos altera y distorsiona. Además, es más barato, hay títulos para todos los gustos y no tendrán problema de que se les agote la batería y vivan enganchados a la red (a la de bibliotecas sí, por favor), convertidos en adictos de por vida a los estímulos fáciles, intrascendentes, superfluos, vacíos.


Ya tendrán tiempo de decidir, de dejarse seducir por los neones, los bits y la inteligencia artificial, pero intenten retrasar ese momento; a la larga se lo agradecerán y en el camino ustedes disfrutarán mucho más del proceso de la educación de su hijo, porque leer ensancha el alma y nos hace volar libres.


Si no me hubiese dejado seducir por los cuentos, a lo mejor ahora sería un importante abogado, pero qué narices, como Chinato y Robe, prefiero ser un indio, un invisible cuentacuentos que hace reír a los infantes de La Vall.

Moises Palmero Aranda

Natural de El Ejido, Almería. Licenciado en Ciencias Ambientales por la Universidad de Almería. Desarrolla su trabajo en el mundo de la Educación Ambiental desde la Asociación El árbol de las piruletas, donde ha utilizado la literatura como una herramienta más de sensibilización. Es autor y narrador de cuentos infantiles, entre los que destaca El árbol de las Piruletas y Un delfín entre las estrellas (próxima publicación) Secretos en el Sendero, nueve relatos de misterio donde se mezcla literatura, senderismo y geocaching, es su primera publicación en solitario. 32 motivos para no dormir; Pasos en la oscuridad; Taller de cuentos; 12 caricias; 13 muertes sin piedad; Ángel de nieve; Ulises en la isla de Wight; Crímenes callejeros; El oasis de los miedos; Letras para el camino, El mar, la mar, Relatos Velezanos V son algunas antologías donde aparecen sus relatos. Colabora en Candil Radio con los programas “La mirada del delfín viajero” y “Letras de Esparto”. En radio UAL dirige y presenta el programa de entrevistas Radio Ecocampus. También ha hecho sus pinitos en el mundo del cortometraje con El hombre y la flor. Otra oportunidad y su guión “Residuos” fue el ganador del I Concurso de guiones para cortometrajes “Carboneras Literaria”. Socio fundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras de Esparto.