Hoy es 8 de marzo, una fecha que hasta hace unos años no significaba nada, después pasó a ser el día significativo de las reivindicaciones de justa igualdad de oportunidades para las mujeres con respecto a los hombres y hoy es la efeméride de la ignominia, del infectódromo y de la manipulación de vividores y timadores, de los que se aprovechan políticos miserables y a los que prestan altavoz medios de comunicación comprados que hacen de mi profesión una inmunda basura.
Ayer leía un bochornoso artículo, firmado por un buen amigo, que hablaba de “los negacionistas de la violencia de género”. En lo que conozco al ‘abajofirmante’, estoy convencido de que no ha sido más que la torpeza de quien cae en la trampa. Querido amigo: no hay negacionistas de la violencia de género. Todo el mundo reconoce que existe y, si no, preséntame a una sola persona que niegue su existencia.
Lo que también hay, entre los que me incluyo, es una cantidad creciente cada día de personas que estamos hasta el gorro de la mamandurria, del timo, de la gente que vive del cuento y de la sinvergonzonería promovida por políticos y auspiciada por medios de comunicación.
Desde que en 2004, ese malhechor llamado Rodriguez Zapatero promulgara la anticonstitucional Ley Integral de Violencia de Género, las muertes de mujeres a manos de hombres no ha parado de crecer, lo cual no hace difícil colegir que esta ley, hoy vigente, ha espesado el problema. Porque es un texto que ataca a la igualdad ante la ley, que dicta penas y tratos policiales y judiciales diferentes para hombres y mujeres ante el mismo delito. Y eso, querido amigo, va en contra de la Constitución.
Yo tengo dos hijos, dos hijastras, una mujer, una ex mujer y sobre todo una madre. Y como padre, hijo, marido, ex marido y padrastro, maldigo a todo aquél que pone la mano encima a una mujer, como maldigo a todo el que ejerce cualquier tipo de violencia. Pero al mismo tiempo proclamo que desde hace casi dos décadas, esta lucha se ha planteado en términos anti-constitucionales, como se planteó en su día la lucha de los GAL contra ETA.
La ley no puede conculcarse, el fin no justifica los medios y la presunción de inocencia, hoy vulnerada para miles de hombres y padres (¿cuántos casos quieres que te presente, empezando por el mío mismo?), no existe en este ámbito de nuestra Justicia.
Mientras tanto, este año hemos asistido a la más vomitiva expresión de esta estrategia política, diseñada desde organizaciones pegadas a la política, alimentada por políticos y amplificada por medios regados por esos mismos políticos. Después de que el pasado año, miles de personas perdieran la vida por culpa del infectódromo de unas manifestaciones del 8-M que nunca debieron celebrarse, encontramos a verdadera gentuza pidiendo que vuelvan a repetirse, entre ellos los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, vergonzosamente callados ante la cifra récord de seis millones de personas que hoy por hoy quieren y no pueden trabajar en España, pero presentando recursos a la prohibición de las manifestaciones de Madrid. Sobre sus conciencias y sobre sus responsabilidades penales deben caer también los muertos del pasado y de éste año en el 8-M.