Hace unas semanas un cura almeriense se hizo famoso en esta España nuestra. El cura de San Isidro se ablandó, y al final el hombre retiró las dos banderas de Israel y Palestina llenas de sangre, con las que pedía acabar con la barbarie que supone una guerra, un genocidio que se viene produciendo con las ciudadanos de Gaza. En un principio el padre Pozo se mantuvo en sus trece ante la decisión del obispado para que retirara las mencionadas, y vino a decir que lo importante era el mensaje que ofrecían aquellas banderas en la torre de la iglesia. Nos pareció valiente su postura, se enfrentaba a don Antonio Gómez Cantero, su obispo, por lo que entendía era de justicia según su conciencia: denunciar una guerra injusta, un genocidio contra el pueblo palestino. Al final algo le hizo cambiar de opinión, y retiradas las banderas fueron. Pero ahí estuvieron, dando imagen al pensamiento y a los sentimientos del sacerdote Pozo. Y sería interesante saber qué razonamiento desde la plaza de la Catedral consiguió la retirada de los banderas.
¿Tendrá algo que ver la presencia del nuevo papa, León XIV en el sillón de Pedro?
Es normal que surgiera la pregunta: ¿Con el papa Francisco vivo el mensaje del obispado almeriense al cura de San Isidro habría sido el de retirar las banderas? Me van a decir que desde la barrera se torea muy bien, y se aconseja mejor. Tienen ustedes toda la razón, y que cuando el toro ha pasado, se puede estirar la figura. La hipótesis planteada no tiene una clara contestación, el papa Francisco no puede contestar, y otro papa tiene en sus manos en estos momentos las llaves de la iglesia de Pedro, con lo que solo es jugar con opciones que no se pueden comparar y menos comprobar. No sabemos por lo tanto lo que hubiera ocurrido con las banderas y el mensaje con el anterior papa.
Se conocen algunas de sus opiniones ante las guerras, y en especial ante lo que estaba ocurriendo en Gaza. Era de conocimiento público que no era un papa fácil, que tenía una clara ideología ante la existencia del mundo, y que la llevaba a gala en su paseo diario por la tierra y en su ministerio sacerdotal. Entre las sombras que se van descubriendo, ahora que se ha perdido cierto miedo entre las sotanas negras o de colores, se ha hablado de la dureza en el trato cuando no coincidían las ideologías, lo que nos puede llevar a pensar que con Francisco vivo y con las llaves en sus manos, la contestación del obispado de Almería al padre Pozo de San Isidro, Níjar, podría haber sido diferente a la recibida. Pero solo es una opinión, lo mismo equivocada, y dicha desde el tendido de sol, cuando la faena está en la sombra y la banda hace sonar un hermoso pasodoble. Momento en el que es fácil estirarse y dar opiniones cuando los cuernos del toro han pasado por capote.