La recién inventada y pretendida autonomía ¿tabarniera? debería organizar un Carnaval. Así Arrimadas podría animar sus campañas, sin importar chirigotas pues lo que importa es arrimar votos. Podría organizar un carnaval, si los recién nacidos ¿tabarnienses? tuvieran una imaginación exuberante, capacidad para improvisar versos, sentido de la métrica poética. Porque ausencia total del sentido del ridículo, tan necesario para divertirse sanamente, ya lo tienen a espuertas. Pero sólo eso no es suficiente. El resto de los catalanes, los que perderían un brazo por mantener su tierra íntegra, rica, feliz, no tienen de qué preocuparse.
A lo largo de la historia del carnaval, durante los ominosos cuarenta años, en que debió disfrazarse de “Fiestas típicas”, más de un carnavalero cayó en una sombría celda del franquismo, porque, por encima de todo, el Carnaval está para divertirse. Y Cádiz se ríe de su sombra. Y como su sombra es Sevilla, ciudad a la que los gaditanos quieren y admiran, Cádiz se ríe de Sevilla.
Al final vencerán en todos los frentes, por más lelos tengan enfrente. Hay que reconocer que han tenido suerte; no es poca encontrarse enfrente a MpuntoRajoy. Que si hubieran tenido alguien con sus ideas troglodíticas pero inteligente, sin duda les habría puesto las cosas más difíciles. Cádiz es un pueblo inteligente, pero no tiene por norma poner las cosas difíciles a nadie. A lo largo de la historia del carnaval, durante los ominosos cuarenta años, en que debió disfrazarse de “Fiestas típicas”, más de un carnavalero cayó en una sombría celda del franquismo, porque, por encima de todo, el Carnaval está para divertirse. Y Cádiz se ríe de su sombra. Y como su sombra es Sevilla, ciudad a la que los gaditanos quieren y admiran, Cádiz se ríe de Sevilla. Y Sevilla calla, que los miles de años dan mucha sabiduría, y los deja hacer. Que después los grupos más destacados van a cantar a la plaza de San Francisco. Y a nadie le preocupa que vuelvan a reírse de sus hermanos, porque esto es carnaval y el carnaval está hecho para reírse.
En los otros cuarenta años más recientes, no ha habido un solo Presidente de la Junta, Alcalde o Alcalda de la ciudad, ni personaje influyente o de moda, que no haya sufrido las burlas de los cantantes gaditanos. Que, sin haberse inventado todavía la telefonía móvil, Cádiz tiene mucha guasa. Pero hombre, si molesta la mala representación de una mala chirigota incapaz de hilar fino la letra y de poner una música que haga pensar en música, hay que pensar lo que pasaría si la broma viniera de alguna otra, cuarteto ó agrupación más versados por los años que llevan ideando disfraces y letras con que divertirse y divertir al personal, siempre con la actualidad por delante. Porque, eso sí, las ciudades andaluzas son muy clásicas. Pero muy modernas aunque haya quien no lo entienda.
La gran mayoría de catalanes a quienes una chirigota de tercera, sin ritmo ni compás, ha colmado su paciencia, no pueden imaginar la que aguantan alcaldes, alcaldas, concejales, concejalas, artistas y artistos… Lo que aguanta Andalucía y lo que aguanta Cádiz. En el carnaval no hay mala intención. Por muy sensibilizados que estén los nombrados en sus letras, como en este caso, comprensible además por la situación creada por la sinrazón, la tozudez y el espíritu totalitario de Rajoy y los suyos (que no son una banda de carnaval), las referencias son humorísticas. Y, si se aplica la dosis adecuada de sentido del humor, las palabras no se convierten en crítica, incluso si hubiera crítica, si la hubiera, con esa dosis la crítica duele menos. O no duele. Que sepan los catalanes de pro, los que quieren de verdad a su tierra, los que lo están dando todo por ella, que hay muchos andaluces, cada vez más, que les acompañamos y defendemos sus derechos. Por eso y más no hay por qué darle importancia a una ni a varias coplas, buenas o malas, bien o mal cantadas. Que sólo es una broma. Aunque incluso entre los más versados, puede colarse uno que no sepa rimar. Pero ese es otro tema.