Me preguntan con frecuencia —a veces con cariño, otras con un deje de regañina virtual— por qué he dejado de subir vídeos a TikTok. «¿Dónde estás, Rafael?», «¡Sube ya otro vídeo de esos con datos mata-relato!»... Y no es que haya colgado el móvil ni haya hecho mutis por el algoritmo, pero lo cierto es que hace falta algo más que una base de datos bien peinada y una idea clara para mantenerse a flote entre bailes, perros que hablan y retos con pepinillos.
Pero ya que me lo preguntan tanto, pues aquí lo explico, con un ejemplo que —como diría un viejo amigo mío— es de esos que deberían “hacer temblar la persiana del chiringuito”. Y no, no hablo del precio del gasoil ni de los cafés a 2 euros con churros de aire. Hablo de empleo. O mejor dicho: de “el relato del empleo”.
Julio ha sido un mes... curioso. Muy curioso. Según los datos oficiales, en la provincia de Almería encontraron trabajo 818 personas. ¿Qué tal suena eso? Bueno, suena moderadamente bien, podríamos decir que aceptable. Pero ahora viene el dato-mata-relato: en ese mismo mes se firmaron más de 25.000 contratos. Sí, ha leído usted bien. Veinticinco mil. Y ahora le invito a que haga una cuenta sencilla de patio de colegio: ¿cuántos contratos han hecho falta para que 818 personas lograran un empleo?
Le doy una pista: con esa proporción, uno no encuentra trabajo, lo busca a ciegas, como en una tómbola con las pelotas trucadas.
Y eso no es todo. Seguimos: afiliaciones a la Seguridad Social. Ese dato que los políticos repiten como si fueran cromos de Panini: «¡Récord de afiliados!», «¡Suben los afiliados!». Ya. Pero una cosa es un afiliado y otra es una afiliación. Que no es lo mismo, aunque suene parecido. El afiliado es la persona, el currante, la mujer que limpia un hotel por horas, el chaval que trabaja en una terraza y el hombre que vuelve a cargar sandías con 50 años porque no le llega. La afiliación es un número. Y ese número puede multiplicarse como Gremlins en remojo: una misma persona puede estar dada de alta y de baja varias veces al mes, acumulando afiliaciones como si fueran puntos del supermercado.
¿Y qué ocurrió en julio? Que mientras subían las contrataciones y aumentaban los ocupados, las afiliaciones a la Seguridad Social descendieron en casi 7.500. No es un error de imprenta, ni de Excel, ni de becario que se ha equivocado de columna. Es así: más gente trabajando... pero menos afiliaciones. Más contratos... pero menos personas realmente ocupadas. Más titulares triunfalistas... pero menos empleo real.
Y aquí es donde uno se pregunta: ¿de qué están hechos estos datos? Porque si los datos dicen una cosa, y la realidad laboral que se ve —la que vive tu cuñado, tu hija, tu vecina— dice otra, entonces alguien nos está vendiendo humo en una botella de cristal reciclado. Lo que hay es precariedad. Lo que hay es inestabilidad. Y lo que no hay, aunque los números lo disimulen, es mejora real en la vida de los trabajadores.
En este panorama, más que subir vídeos a TikTok, a uno le dan ganas de montar una serie documental: “Black Mirror: edición INEM”. Pero la verdad es que, entre relato y dato, me quedo con el dato. Aunque duela. Aunque fastidie. Porque solo con los datos reales se puede desmontar el decorado de cartón piedra que nos plantan cada mes.
Quizás debería volver a los vídeos. Pero con menos filtros y más cruces de cifras. Porque si no contamos estas cosas nosotros, los que sí miramos más allá del titular, ¿quién lo va a hacer? ¿El community manager del Ministerio?