Una vez superados todos los niveles de inutilidad, el siguiente paso es abrir una comisión de investigación para determinar el grado de afinidad a la desgracia y el caos a los que nos aboca constantemente este gobierno.
Sinceramente, creo que Pedro Sánchez no es sólo una desgracia para la democracia, las libertades, y la estabilidad social y económica de España o de cualquier otro país que tuviese la malísima suerte de padecer la detentación del poder de semejante psicópata, narcisista, egocéntrico, mentiroso, autócrata y dictadorzuelo.
No creo que Pedro Sánchez, sus detestables adminículos ministeriales y la recua de prosélitos sean tan malvados y descerebrados. Creo que Pedro Sánchez, simplemente, nos ha gafado.
España está pasando por un periodo digno de estudio por los tremendos efectos perniciosos del Gafe Mayor del Reino de España. La gradación de la gafancia fue definida brillantemente por Alfonso Ussía: el gafe, el supergafe, el gafe manzanoide y el gafe sotanillo. Los tres primeros son gafes per se, pero producen desgracias en las que ellos mismos quedan afectados o arrastrados por las desventuras que provocan. Otra cosa es el gafe sotanillo; el peor de los gafes.
Pedro Sánchez es gafe sotanillo. Logra producir tremendos daños a su alrededor. Arrastra a sus familiares hacia las más flagrantes e infames irregularidades; sume en la depravación, el vicio y el oprobio a sus colaboradores más directos; desata reacciones telúricas, meteorológicas, biológicas y electromecánicas enormemente destructivas. Todos los efectos nocivos de estas desgracias acaecen y recaen sobre los demás. A Sánchez nada le afecta. Es más, diríase que precisa de las crisis y del caos para alimentar su detentación del poder.
Además, como aditamento exclusivo del Maligno, suele atraer y contraer compromisos con las personas más toxicas y malvadas para alcanzar sus destructivos objetivos. Así, sus mas directos y fieles socios del gobierno son los herederos de la banda criminal y asesina. Otros, le apoyan a precio tasado, prebendas y onerosos caprichos. Y, en general, sus pactos descansan en el oscurantismo y la felonía.
Después de todo lo que hemos pasado, ahora llega el apagón y el parón ferroviario. Ambas desgracias han sido consecuencia directa de la acción del Gobierno de España. Intentan eludir responsabilidades con ciberataques y sabotajes; argucia para evitar cualquier tipo de indemnización, y redirigir la culpabilidad hacia cualquier semoviente ajeno al gobierno.
Todo ha ocurrido por el fundamentalismo, el negacionismo y el terraplanismo del gobierno de Pedro Sánchez. Además, se incorpora la típica costumbre de grandes dictadores al estilo de Hugo Chávez o Francisco Franco. Para estos dictadores siempre había un culpable ajeno a su responsabilidad directa. El recurso del sabotaje siempre ha servido para que grandes dictadores desvíen sus lamentables limitaciones hacia malvadas intenciones de sus imaginarios enemigos. Recuerden: Nerón quemó Roma para culpar a los cristianos; Hitler ordenó a Hermann Göring incendiar el Reichstag para culpar al comunista Marinus van der Lubbe y, por tanto, eliminar el comunismo del escenario político alemán. A Franco se le aparecían de noche, junto al brazo incorrupto de Santa Teresa, las mesnadas del contubernio judeomasónico. A Putin se les “mueren” los disidentes por raras adicciones al polonio y fortuitas caídas al vacío. A los dictadores venezolanos les salen saboteadores por las esquinas. A los dictadores comunistas cubanos les asedia el imperialismo capitalista… Y a Pedro Sánchez se le repiten los lunes fatídicos con apagones y averías, que no son otra cosa que un nuevo formato de derecha y extrema derecha reconvertida en Chatarreros para la Democracia y salteadores de vías férreas.
Además de ser el Mayor Gafe del Reino de España (Gafe Sotanillo), Sánchez y el eximio y primate ministro se apresuran al sabotage de chemin de fer. Además, los acólitos del gafe sotanillo se apresuran a señalar a la derecha como autores y beneficiarios del caos generado. Sin embargo, hay que recordar que la noche anterior a las olimpiadas de París, un grupo de activistas protagonizó diversos sabotajes o atentados en Aix-en-Provence y Marsella inutilizando las líneas de alta velocidad y Eurostar en Francia.
¿A que no adivinan la ideología de los delincuentes saboteadores? ¡Bingo! Eran miembros de la extrema izquierda.
Pues eso.
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