Para un activista la verdad es prescindible o accesoria en el mejor de los casos. Lo fundamental es lo que han venido a llamar "El relato" y que este perjudique al adversario, por encima no solo de la verdad, sino de las propias coherencias personales.
Todo vale para hacer un buen relato, incluso saltarse la ley(por eso se sentará el fiscal general del estado en el banquillo) o lo que fuera necesario. El relato está por encima de todo, todo buen activista no debe de dudar del relato amigo, debe participar en su victoria, la victoria de los relatos será la victoria del partido.
Al mismo tiempo deben de socavar, llenar de dudas los relatos que los perjudiquen, otra vez al margen de la verdad. Se les llamará bulo, sean o no lo sean, los ha habido tantos y de tantos colores que la verdad puede fácilmente ser pasada por un bulo para los del lado bueno del muro.
Una pena, más que una pena, un desastre, una sociedad dividida en continuos monólogos sobre relatos para los que la verdad lo único que hace es molestar.
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