En casa hay a quien no le hace muy feliz mi costumbre de leer libros y ver películas ambientadas en la República, la Guerra Civil y la post-guerra, pero qué le vamos a hacer. El sábado estuve viendo de nuevo la que para mí es una obra maestra, ‘Las Bicicletas son para el Verano’, inspirada en una pieza teatral de un maestro, valga la redundancia, Fernán Gómez.
Dirigida por Jaime Chávarri, el film concluye con unas palabras tan solemnes como rotundas pronunciadas al final de la guerra por el personaje republicano representado por el gran Agustín González. “¿Cuándo volver a haber otro verano?”, le preguntaba a su hijo Luisito, papel de un adolescente salido y desnortado representado por Gabino Diego.
En ocasiones, pienso que lo que viene ocurriendo en este país desde 2018 no es más que una película, a diferencia de ésta a la que me refiero, una mala cinta de ‘serie C’, que pronto concluirá otorgándonos un poco de paz. Y no lo pienso así simplemente por la vorágine de ineficacia, empobrecimiento, caradura institucional y faltas de respeto a las convenciones que nos habían convertido en una democracia estable, sino sobre todo por la concatenación de mentiras y tomaduras de pelo con que nuestros gobernantes nos obsequian los siete días de la semana, sin descanso siquiera los fines de semana, incluso los que incluyen festivo como éste que acaba de transcurrir.
El viernes estuvo por aquí el ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, que no vino a tratar asuntos relacionados con ninguna de esas tres áreas de trabajo, que también es casualidad o mala suerte, sino a visitar las obras del AVE; bueno, a eso y a tomarnos el pelo a todos como estaba previsto y a comprobar si nos acordábamos que el lugar donde nos citó fue el mismo que un año atrás, lo cual constata que dichas obras no han avanzado nada en el pasado año de gobierno de progreso y escudo social: mira tú, en eso sí que tenía algo que ver su visita con la memoria, no sé si democrática o infraestructural.
Dijo el ministro, Bolaños creo que se apellida, que vino él y no la de Transportes, porque a él le gusta mucho a Almería, lo cual nos permite colegir que a la de Transportes no le gusta tanto y que la visita no tenía nada que ver con asuntos de gobierno y sí, más bien, con los gustos del ministro, que tampoco es mal motivo para viajar.
Sobre la pregunta relativa a eso de citarnos en el mismo sitio que hace un año, don Félix hizo un pequeño circunloquio para darnos a entender que no iba él a responder gilipolleces y asuntos sin importancia, como ése de que las obras no hayan avanzado nada en un año; y sobre la fecha de terminación, ya metidos en fiestas, tuvo el tío el cuajo de afirmar que concluirán en 2025 con este gobierno, en un claro adelanto y confirmación de nuestros temores de que este ejecutivo no tiene ninguna intención de convocar elecciones en 2023, tal y como refleja esa minucia denominada calendario electoral.
Ah, y sobre lo que todo el mundo esperaba respuestas, sobre los motivos de la paralización de las obras, Bolaños, o buñuelos, que se acerca más al significado del ‘churro’ de convocatoria que se desarrolló el otro día, tiró del viejo recurso de negar la mayor: ¿qué coño paralización? ¿Pero no veis a los tres figurantes que hemos traído, con casco y todo, para que acaricien los tractores?; dejando un poco regulín a Sobalecio Gutiérrez Salinas cuando, diez días antes, salió a dar explicaciones por el parón; o a Sánchez Teruel, que también había tirado de perífrasis para no responder a por qué ahora no ponía en marcha el contador de días sin obras.
En fin, como veis, todo muy valleinclaniano, muy fernangomeciano y muy chavarriano; todo digno de un esperpento de don Ramón María, todo perfecto para que alguien cierre estas líneas preguntándose, ¿cuándo volverá a haber otro verano?