El «obsceno espectáculo» de los ataques y descalificaciones a los jueces, desde el legislativo y el ejecutivo, tiene consecuencias y parece oportuno hacer algún apunte.
Desacreditar a los jueces se ha convertido en una moda que alarma a nuestros amigos. El viejo marino comenta:
—Todo lo que se ha visto a raíz de la ley del «solo sí es sí» (L. O. 10/2022 de 6 de septiembre de Garantía Integral de Libertad Sexual) y que está permitiendo que se les reduzcan penas a delincuentes sexuales, que ya fueron juzgados y condenados, nos hace dudar de la capacidad del gobierno de Pedro Sánchez para legislar, lo que origina reflexión y bastante congoja.
Las leyes son la columna vertebral de una democracia, por lo que son importantes y son el instrumento esencial para su buen funcionamiento. Cuando una ley abre la puerta a delincuentes y consigue un resultado contrario al que se pretendía hay que hacerse algunas preguntas.
Además asistimos a que las leyes están dejando de tener un carácter general, con ánimo de perdurar en el tiempo, de dar tranquilidad y garantías jurídicas.
Cuando las leyes se hacen «a medida» para un determinado colectivo, para favorecer a un grupo concreto dejan de ser leyes, y se convierten en instrumentos de manipulación, de compraventa de dádivas y la calidad democrática se resiente.
No es adecuado que la respuesta a los errores que presenta la «ley del solo si es sí» haya sido rasgarse las vestiduras, una actitud despótica y la descalificación de los jueces por machistas y poco formados —olvidándose de que el 54,8% de nuestros jueces son mujeres—; la prepotencia de la ministra Irene Montero y su cohorte de adláteres es inadmisible.
Esta desmesura solo contribuye a avivar el sectarismo, no soluciona el problema, rebaja la confianza en el gobierno y favorece la polarización social.
Interviene nuestra joven profesora:
—Es cierto que sólo hemos visto soberbia y autosuficiencia. Los errores son humanos y, por tanto, susceptibles de cometerse, pero lo ocurrido no es de recibo, porque denota poca pericia y un bajo nivel técnico de un gobierno llenos de asesores.
La garrafal metedura de pata de la «ley del solo si es sí» que conlleva la revisión de algunas sentencias la han creado ellas-elles-ellis-ellos-ellus mismas y la solución nunca puede ser la arrogancia, poner el ventilador y embarrar a los jueces, a los que solo les corresponde aplicar las leyes.
Mantener una actitud despótica, autosuficiente y enfundarse en la bandera del hembrismo sin corregir la picia cometida para evitar que esas revisiones de condena tengan el menor recorrido posible y, especialmente, que se abra la posibilidad de que en el futuro se apliquen sentencias más bajas en ciertos delitos. Esto nos retrata el talante y rigor de estos políticos.
En esto hay aspectos incomprensibles para el común de los mortales y surge alguna pregunta sobre el gobierno de Pedro Sánchez. El ejecutivo estaba advertido por los técnicos y los jueces de que este escenario se podría producir. Preguntas como. ¿Para que sirven los órganos consultivos expertos en la materia? ¿Cuál es el nivel de profesionalidad de la cúpula y de la ministra Irene Montero? ¿Cuál es la responsabilidad que tienen esos altos cargos o ministros? ¿Desde el poder se puede cometer cualquier iniquidad y que salga gratis?
Mientras el marino escucha atentamente y comenta.
—Al final, el resultado es una ley que se vendía como la solución y para garantizar la protección a las mujeres, de momento está resultando un fiasco y con efectos contrarios.
En el trasfondo de este contratiempo subyace la fascinación que demuestra este ejecutivo de coalición PSOE- U. Podemos por decretar leyes que no buscan mejorar la sociedad, atajar problemas o reconocer derechos inexistentes; sino que tienen un aroma a ideologización y de hacernos tragar enunciados que, según sus autores son «progresistas», pero en la práctica están lejos de hacer una sociedad más libre, nos venden propaganda sectaria y un credo que, además, nadie se atreve a discutir bajo la amenaza de ser tachado de lo peor.
Estamos creando una sociedad virtual, de buenos y malos, polarizada y en la que nos están metiendo ideas y conceptos de dudoso rigor, pero que va calando entre determinados segmentos de la sociedad.
La profesora interviene:
—Esta polémica e injusta descalificación a los jueces incide con otro problema de fondo que es el deterioro y la politización de la justicia
Se ha rebajado su independencia alejándonos de lo que establece el artículo 127 de la Constitución que formula y declara que los jueces deben ser independientes y que tienen un régimen de incompatibilidades, como son la no adscripción a partidos políticos y la sindicación. Las reformas que se han hecho y el statu quo de los diferentes gobiernos han mermado su independencia.
También vemos que ciertos jueces hacen política y unas asociaciones, supuestamente profesionales, que tienen un fondo ideológico-político, que actúan como lobbies y que son sindicatos encubiertos.
El marino con cierta sorna opina:
—Esas zarandajas de la judicatura nos da para analizar, para pensar y para comentar, aunque ese ejercicio lo deberíamos dejar para otro día. hoy sería más útil aprovechar el sol otoñal.
Entre risas burlonas dejan su café matinal y se encaminan para disfrutar del sol y la mar.