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La hipoteca de la palabra
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La hipoteca de la palabra

Por Rafael M. Martos
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viernes 24 de octubre de 2025, 06:00h
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Como cometé días atrás, mi padre era muy aficionado a los refranes, y hoy volveré a abusar de la sabiduría popular para afirmar que "El que mucho habla, mucho yerra". Para quienes nos dedicamos al periodismo, hablar y escribir es el pan nuestro de cada día, y el riesgo de un tropiezo verbal, de un error tipográfico (semántico, ortográfico...léxico, histórico, matemático...) o de un "lapsus linguae", está siempre ahí, al acecho. Nos pasa a los profesionales de la palabra, y por supuesto, le ocurre también a quienes dirigen la cosa pública, con una diferencia fundamental: ellos cuentan con equipos de apoyo, pero la presión del directo y la gravedad de sus declaraciones magnifican cada desliz hasta convertirlo en un meme o, lo que es peor, en un arma arrojadiza.

El ejemplo más reciente lo protagonizó la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante una sesión de control en el Senado. Al defender una postura sobre la corrupción, tuvo un patinazo dialéctico que resonó con estruendo: "Queda Gobierno de corrupción para rato", afirmó, cuando evidentemente su intención era referirse al combate contra la corrupción. La anécdota, inmediatamente viralizada en redes sociales, no tardó en llegar al Congreso de los Diputados, donde el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, no dudó en preguntar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, si aquello había sido un lapsus o, por el contrario, un momento de insospechada sinceridad.

Sánchez, ni corto ni perezoso, aprovechó el momento para devolverle la pulla a Feijóo, recordándole su propia metedura de pata con la literatura: aquel día en que, según recordó el presidente, Feijóo aseguró que George Orwell había escrito la distopía de 1984 en el año 1984. Un error que el líder del PP no desmintió en su momento, por lo que podemos dar por válida la anécdota. Recordemos que la obra fue publicada, en realidad, en 1949, cuando Orwell ya estaba gravemente enfermo de tuberculosis.

Pero las equivocaciones del presidente del Gobierno no se quedan ahí, y la hemeroteca tiene algunos ejemplos memorables, algunos de ellos con especial resonancia en nuestra Comunidad Autónoma. ¿Recuerdan cuando situó el lugar de nacimiento de Antonio Machado en Soria, en lugar de en la capital de la vecina Sevilla, que es su cuna real? O, más cercano para nosotros, cuando en un momento de máxima tensión por la pandemia, en 2020, cometió un grosero error geográfico al poner de ejemplo un movimiento intraprovincial imposible dentro de Andalucía: el traslado entre la provincia de Almería y la de Cádiz, a más de 400 kilómetros de distancia y separadas por varias provincias andaluzas. Un error que, más allá de la anécdota, pone en evidencia un preocupante desconocimiento de la geografía del sur del Estado.

Los lapsus, no obstante, no tienen color político. Quien fuera administradora provisional única de Radio Televisión Española (RTVE), Rosa María Mateo, pasó a la historia reciente de los deslices al referirse en una comisión parlamentaria a la cadena pública como la "Radio Televisión Espantosa". Un momento cómico, aunque doloroso para la propia cadena, que evidencia que la presión puede con cualquiera.

Y, por supuesto, no podemos olvidar al que, para muchos, es el rey histórico del lapsus: el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy. Sus frases inconexas, sus reflexiones metafísicas sobre la vida ("Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde"), o sus confusiones gramaticales han llenado páginas y horas de televisión.

En el fondo, estas situaciones, por muy chuscas que sean, nos dejan una lección simple y humanísima: que todos nos equivocamos. Los nervios del directo, el cansancio, la velocidad a la que se exige una respuesta, o simplemente un mal día, pueden jugar una mala pasada a cualquiera.

Por eso, y como colega de oficio en el arte de bregar con las palabras, me atrevo a un gesto de solidaridad con los políticos y altos cargos: permítanme que pida un poco de respeto por esos momentos de debilidad verbal, por esa ocasión en la que la lengua va más rápida que el cerebro. Porque, como decía mi padre con el refrán, y como me recuerda el deber diario de escribir para los lectores de la provincia de Almería, ganarse la vida hablando y escribiendo, aunque se haga con la mejor de las intenciones, conlleva el riesgo evidente de meter la pata. Y, a veces, la hipoteca de la palabra se paga con creces.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería y Coordinador de la Delegación en Almeria de 7V Andalucía

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"