David Bravo es un abogado especializado en derecho informático y propiedad intelectual, que se hizo famoso por su activismo en defensa del acceso libre a la cultura y el conocimiento por Internet, y por su oposición a la ley Sinde y otras medidas restrictivas de los derechos de autor. En 2015, se unió a la candidatura de Podemos para las elecciones generales del 20 de diciembre, y logró un escaño por la provincia de Almería. Sin embargo, su experiencia en el Congreso fue breve y decepcionante, y decidió no repetir como candidato en las siguientes elecciones, alegando razones personales (que prefería estar con su hijo).
En un reciente vídeo publicado en sus redes sociales, Bravo ha compartido con sus seguidores su visión sobre la política nacional y las dificultades que tuvo para hacer una campaña provincial en una tierra que no era la suya3. Con un tono desenfadado y humorístico, Bravo ha revelado algunos secretos de la pomposamente llamada “alta política”, que muestran el lado más absurdo y surrealista de la actividad parlamentaria.
Por ejemplo, ha contado cómo su abrigo colgado en el respaldo de la silla fue interpretado como un gesto de protesta contra la política tradicional (hubo comentarios sobre que no se atrevía dejarlo en el guardarropa del Congreso porque está lleno de ladrones), cuando en realidad se debía a que no sabía que había perchero en el Congreso. “Si lo hubiera sabido lo hubiese dejado allí. No soy gilipollas”, ha dicho Bravo, que ha confesado que le sorprendió ver cómo su abrigo era analizado por tertulianos en la televisión y la radio.
También ha reconocido que Podemos en ese momento seguía siendo el partido del alboroto, que todo era política de cartelitos en el Congreso, o que hasta le multaban el grupo si juraban en vez de prometer el cargo. O cómo le daban a leer un dossier para defender cosas de las que no entendía sobre Almería, o cómo el que mandaba nunca se equivocaba y al errar en sus comentarios ante la prensa basados en el dossier (que acaben la A-7, cuando ésta llevaba dos años en funcionamiento), le decían que allá él, que tenía que dar la cara. O las cosas que se hacen y se dicen para que te voten.
Pero eso sí, a nivel de crítica más directa a él, hay que decir que parece mentira que después de su paso fugaz por Almería, y a pesar de que no le interesaba lo más mínimo esta provincia y se fue solo fruto de una decisión de arriba, no supiera que las fresas son de Huelva, no de Almería. O que la fuente del Cañillo está en Puerta Purchena y no es mágica.
Sin embargo, hay que alabarle su sinceridad, y que dejara la política por no sentirse cómodo en ella, cuando hay muchos, muchos, muchos, que no se sienten cómodos votando lo que les dicen que tienen que votar, pero son incapaces de dejar el sueldo, y él lo hizo, y merece un aplauso por su honestidad.
David Bravo es un ejemplo de coherencia y valentía, que prefirió volver a su profesión y a su familia antes que seguir en un mundo que no le gustaba ni le representaba. Su testimonio es una muestra de la naturalidad con la que desvela los entresijos de una política alejada de la realidad y de los problemas de la gente. Su impagable sinceridad es un soplo de aire fresco en medio de tanta hipocresía y cinismo.