Hasta ahora las braguetas más famosas se decían que eran las de los Borbones. Unos salidos, dice la historia de las braguetas de estos caballeros de sangre azul. Pero las rojas de los políticos del Psoe están ganando la batalla. Sin olvidar a las moradas de los chicos de Podemos, que sus braguetas andan también por lo que valen. En el Pp las azules, no reinantes, deben estar tan salidas y lanzadas como las de los demás, pero parece que estos las llevan por ahora más tranquilas. Poco ruido están haciendo hasta el día de hoy las verdes braguetas de los de Abascal, pero no se fíen, la contienda aún no ha terminado, por lo que no sabe las que al final vayan a ganar la liga, quedan muchos partidos y muchas braguetas por controlar.
Es justo reconocer que las rojas suenan más en estos tiempos, ya que el sonido nos llega desde el poder, y el poder político anda en las manos de las braguetas rojillas del sanchismo, al que hay que unir que, en el nacimiento del mismo, según estamos conociendo en estos días por alguno de los hombres que andan con sus rojas braguetas entre rejas, las saunas de Sabino (no confundir con el líder racista del Pnv, un tal Sabino Arana), tuvieron cierta importancia en la creación de ese sanchismo que nos gobierna. ¿Seguro que nos gobierna? Ya ni las mujeres de su formación se lo creen.
Y es que las mujeres del Psoe han puesto el grito en el cielo, o han lanzado a repicar las campanas de su descontento, ante la roja bragueta de Salazar, y la también colorada de Navarro. Dos andaluces a los que se les acusa de llevar la bragueta por montera. No deja de ser extraño que estas mismas mujeres nada dijeran de las andanzas de las braguetas también teñidas de rojo de otros compañeros en los puticlubs de Sevilla que pagaban con el dinero de los parados, o las actuaciones de las de tito Berni y sus compañeros de escaños, o de las abiertas correrías de Ábalos y cía, todas ellas pintadas de un rojo-rojo casi carmesí.
Por lo que se ve, si las braguetas del Psoe se dedicaban a la trata de prostitutas a estas compañeras no les importaban el uso y abuso que se hacía de estas mujeres, ni lo que hacían sus colegas de formación siempre que lo hicieran fuera del partido. Pero si las braguetas coloreadas de rojo se abrían en la casa del pueblo, si afectaban a las chicas del partido, el grito en el cielo y las campanas tocando a rebato. Y en esas andan.
El portero de la contienda, un tal Sánchez, no quiere reconocer los goles de Salazar, a Navarro ya lo dan por perdido y hasta fuera del partido. Ese no vuelve a jugar con el equipo. Que se vaya buscando otro color con el lucir bragueta. El liga continua, aún quedan partidos por jugar.
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