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Mamografías y mala comunicación
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Mamografías y mala comunicación

Por Rafael M. Martos
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directornoticiasdealmeriacom/8/8/26
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martes 07 de octubre de 2025, 06:00h
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La reciente visita del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, para inaugurar el nuevo consultorio de Piedras Redondas en la capital almeriense, dejó tras de sí el eco de los discursos oficiales y el destello de los flashes. El presidente no quiso responder a preguntas de los periodistas, aunque sí hablo de la crisis de las mamografías, y aseguro que estaban en el proceso de dar solución y entender que había pasado para evitar que vuelva a producirse. Está bien, pero a mi me basto echar un rato con unos cuantos de los profesionales que estaban allí mismo para compreder lo sucedido. Los profesionales sanitarios, sin micrófono ni políticos de por medio, ofrecen una perspectiva que señala a un culpable inesperado: el éxito.

Podría sonar a paradoja cruel, incluso a una frivolidad, hablar de "morir de éxito" cuando tratamos con un asunto de la sensibilidad del cáncer de mama. Pero los datos y los testimonios de quienes están dentro del sistema dibujan precisamente ese cuadro: un programa de detección precoz tan eficaz que ha acabado por colapsar por su propio acierto, y una gestión política cuya mayor negligencia ha sido una pésima, casi inexistente, política de comunicación.

Vayamos al corazón del asunto para desmontar la primera falacia, la que ha alimentado el argumentario del Partido Socialista contra el actual gobierno andaluz. Según confirman los radiólogos y técnicos de la provincia, el protocolo de actuación ante una mamografía con resultado dudoso es exactamente el mismo hoy, bajo gobierno del Partido Popular, que el que se aplicaba cuando gobernaban los socialistas. No se ha cambiado ni una coma. El procedimiento de doble ciego, por el que dos radiólogos distintos evalúan de forma independiente las pruebas dudosas antes de decidir si se cita de nuevo a la paciente, permanece inalterado. Este hecho, por sí solo, debería bastar para que el principal partido de la oposición guardase un prudente silencio.

Entonces, si el protocolo es el mismo, ¿dónde se ha originado el problema que ha generado tanta alarma y angustia? La respuesta es doble y se sustenta en dos decisiones que, objetivamente, son un avance para la salud de las andaluzas.

En primer lugar, la decisión de la Consejería de Salud, dirigida por Catalina García, de adelantar la edad de inclusión en el programa de cribado a partir del año 2022. Se pasó de llamar a mujeres a partir de los 50 años a hacerlo desde los 45 o 47. Esto ha supuesto un incremento exponencial del universo de mujeres a las que se les realiza la prueba. Más mujeres, más mamografías, más posibilidades de salvar vidas. Un éxito rotundo.

En segundo lugar, la inversión en equipos de diagnóstico de última generación. Los nuevos mamógrafos digitales que se han instalado en la red del Servicio Andaluz de Salud son infinitamente más precisos que sus predecesores. Son capaces de detectar microcalcificaciones y lesiones de un tamaño ínfimo, en estadios muy, muy iniciales de la enfermedad. Esto significa que a una mujer a la que hoy se le da un resultado negativo, se le ofrece una certidumbre mucho mayor que hace años. Y a la que se le detecta una anomalía, se le abre la puerta a un tratamiento mucho más temprano y eficaz. Otro éxito indiscutible.

Aquí es donde el éxito enseña su cara amarga. La combinación de muchísimas más mujeres cribadas con una tecnología que afina hasta lo microscópico ha provocado que el número de pruebas "dudosas" o que entran en la "zona gris" se dispare. No porque haya más cáncer, sino porque se detecta más y antes, y porque hay más casuísticas que, por precaución, merecen una segunda valoración.

Y este es el verdadero talón de Aquiles del sistema: el formidable aumento del volumen de trabajo no ha venido acompañado de un refuerzo proporcional en el número de radiólogos para analizar esa ingente cantidad de imágenes. El plan fue brillante en su concepción (ampliar la prevención) y en su dotación tecnológica, pero ingenuo o negligente en la previsión de los recursos humanos necesarios para gestionar las consecuencias de su propio acierto.

El retraso, por tanto, no está en que las mamografías se guarden en un cajón, como se ha llegado a insinuar. Está en el tiempo que transcurre hasta que dos especialistas pueden realizar esa segunda lectura en el sistema de doble ciego y, posteriormente, se vuelve a citar a la paciente si es necesario. Esa demora, que antes podía ser de semanas, se ha alargado, generando una angustia intolerable en miles de mujeres.

Pero la negligencia más grave no es de planificación, sino de comunicación. Todo esto que explican los profesionales a pie de mamógrafo, ¿acaso no lo sabe el gobierno andaluz? Es inconcebible que la Consejería de Salud no dispusiera de esta información. En lugar de salir a la palestra y explicar con transparencia a la ciudadanía que se estaba ante un cuello de botella derivado de una mejora sin precedentes en la prevención, optaron por respuestas defensivas.

No supieron o no quisieron contar una historia de éxito con sus lógicos problemas de crecimiento, porque gracias a la combinación de la bajada de edad y la eficacia de los equipos, se han salvado más vidas que nunca. No supieron explicar que, gracias a este esfuerzo, se están salvando más vidas que nunca. Y al no hacerlo, dejaron un vacío que fue rápidamente ocupado por el miedo, la incertidumbre y la legítima crítica política. Han permitido que una buena noticia se transforme en una crisis de confianza, demostrando que en la gestión pública, tan importante como el bisturí del cirujano es el bisturí de la comunicación. Y en esta operación, han errado de forma clamorosa.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"