Llevábamos semana y media. ¡Semana y media! Con el corazón en un puño, pegados al diario El Mundo, esperando la nueva entrega de este thriller político digno de una serie de sobremesa, protagonizado por la ya legendaria pareja (política, que conste) formada por José Luis Ábalos y Pedro Sánchez. Porque nos habían anunciado dos discos duros de mensajes de WhatsApp. Se imaginan la de tecleo necesario para llenar un trasto de esos solo con conversaciones, ¿verdad?
Y tras esta espera agónica, este impasse informativo que nos tenía en vilo, ¿qué nos ha llegado? Lo que hemos conocido hasta ahora son... las lindezas que el presidente del Gobierno dedicaba a sus propios barones territoriales más díscolos. Por respeto a ellos (y porque ya nos los sabemos de memoria de tanto repetirlos), no los vamos a reproducir aquí en su gloriosa integridad. Pero basta con recordar que alguien era un "impresentable", otro un "toca cojones", alguna era una "pájara" y, para rematar, había declaraciones calificadas de "vomitivas", y según se leía, había que "marcarlos" y que se sintieran minoría. Vaya, un derroche de camaradería interna, ¿eh? Para enmarcar en la sede de Ferraz.
Aparte de este festival de piropos intra-partidarios, hemos descubierto, que el PSOE andaba detrás de aquellas mociones de censura que nos tuvieron tan entretenidos cuando fueron presentadas en cascada en connivencia con Ciudadanos, aquellas en las que, por cierto, la señora Ayuso se nos adelantó en Madrid y dejó con un palmo de narices a más de uno. Es decir, algo que ya medio sabíamos o, al menos, sospechábamos con fundamentos.
Y la otra gran revelación, que nos la trae el empresario Víctor de Aldama (imputado en otras historias, lo cual añade un punto extra de... ¿fiabilidad? ¿color?), es el presunto interés de Pedro Sánchez en el rescate de la compañía Air Europa, donde, oh, casualidad, también se ve implicada a su esposa. Otro asunto que ya pululaba por ahí, ahora con el presunto whatsappazo que lo vincula directamente, y otros que nos muestran que el cariño de José Luis Rodríguez Zapatero con la venezolana Delcy Rodríguez, es un amor sincero.
Total, que después de semana y media de contener la respiración, de imaginarnos archivos secretos, complots a gran escala, confesiones inconfesables... esto es lo que hay. ¿Esto es todo? ¿No hay nada de Marruecos, por ejemplo? ¿No hay comentarios sobre los líderes de la oposición? ¿No hay comentarios sobre las encuestas del CIS de Tezanos? En fin, no sé... se me ocurren tantas cosas sobre las que Ábalos y Sánchez pudieron hablar...
Sinceramente, parece muy poco. Muy, muy poco para ser el contenido de dos discos duros lleno de mensajes de WhatsApp. Uno empieza a preguntarse si es que los compañeros periodistas están tan desbordados por la magnitud de la información que van soltándola con cuentagotas, o si es que el famoso disco contenía básicamente memes y audios de cachondeo que no dan para titular.
A no ser, claro, que alguna llamada telefónica, de esas que no dejan rastro pero sí en los lobbies y los pasillos del poder, haya surtido efecto. Que alguien, con la agenda en la mano, haya dicho: "Oye, esto de los 'toca cojones' vale, distrae, pero lo otro... mejor lo dejamos aparcado".
Porque insisto, lo que hemos visto hasta ahora sabe a... migajas. Y la verdad, después de tanta expectativa, quedarse con esto es casi más decepcionante que el final de la última temporada de esa serie que tanto prometía. ¿Seguimos esperando? O, como sugiere la pregunta del millón, ¿esto es todo, amigos? Si es así, que alguien apague la luz.