¡Qué alegría me da empezar la mañana con noticias que huelen a futuro, aunque ese futuro siga teniendo un tufillo a rancio que no acabamos de airear! Me refiero, claro, al reciente informe sobre la situación de las mujeres en el cine español, presentado en la Academia de Cine. La noticia es que hemos llegado al 38% de presencia en el sector del largometraje. Un puntito más que el año pasado, sí, pero ¡un crecimiento de 12 puntos en una década! Si esto fuera la temperatura de la playa de Cabo de Gata en verano, diríamos que la cosa se está calentando.
Y es que, oye, mis abuelos siempre me contaban que antes, si eras mujer, lo de "hacer cine" sonaba a chiste. Menos mal que las cosas cambian, aunque sea a ritmo de carrete lento. Es para celebrar que cada vez haya más directoras, guionistas y productoras dando el callo. ¡Y con qué arte!
Pero claro, no todo es color de rosa, o de atardecer en el Desierto de Tabernas. Aquí viene el "pero" que me revuelve las tripas. El informe lo dice bien clarito: hay una "brecha estructural" en los presupuestos. Las películas dirigidas por mujeres tienen un 24% menos de recursos. ¡Un 24%! Es decir, más de medio millón de euros de diferencia por título.
A ver, esto es como si a mí, que soy la benjamina de la familia, mi padre me dice: "Mira, te doy 50 euros para que organices una paella para veinte, y a tu hermano, que es el mayor, le doy 75 para el mismo menú". La paella, con 50 euros, estará igual de rica y con el mismo cariño, pero tendrá que hacer malabares para comprar ingredientes gourmet. Pues en el cine, el presupuesto no solo son lentejuelas, es poder pagar a los técnicos, los equipos, las localizaciones... es la calidad final.
¿De verdad pensamos que la creatividad femenina vale medio millón de euros menos? Es un sesgo económico que frena historias, que limita la ambición. Es como tener un solazo de justicia en El Toyo y que te pongan una sombrilla diminuta. La historia es buena, la dirección es de diez, pero faltan medios para el gran plano general que te eriza la piel.
Hemos avanzado, sí. Y me siento orgullosa de la garra de estas compañeras que, con menos, hacen más. Pero no podemos conformarnos con ser "las de la letra pequeña" o las que hacen "milagros con el catering". El talento es el talento, y en Almería sabemos que la tierra (y el arte) necesita agua y abono para dar sus mejores frutos. Es hora de que esa brecha se cierre de una vez y que el porcentaje de presencia se iguale, ¡pero con igualdad de recursos! Porque el cine español (y el mundo) se lo merece. Y nosotras también.