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La Catedra
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La Catedra

Por Juan José Cano
miércoles 29 de octubre de 2025, 08:25h
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He leído con estupor, como tantos almerienses, la noticia de que la Universidad de Almería será "pionera" al crear una cátedra para estudiar la historia del andalucismo. Como almeriense, mi primera reacción no es de orgullo, sino de profundomalestar. Me pregunto si esta nueva cátedra tendrá la valentía académica de empezar por el principio: por el pecado original de esta autonomía, por la falacia sobre la que se construyó todo el edificio autonómico andaluz. Me pregunto si en esas aulas se atreverán a pronunciar la palabra que define nuestra incorporación a este ente: "pucherazo".

La historia, la de verdad, no necesita cátedras para ser recordada. El 28 de febrero de 1980, Almería votó. Y Almería dijo NO. No cumplimos el requisito legal exigido por la propia ley del referéndum, que demandaba la ratificación en todas y cada una de las provincias. Lo que vino después no fue democracia, fue una traición, un pucherazo. Fue una ley con efecto retroactivo, firmada por senadores y diputados “almerienses” en despachos de Madrid. Así se nos vendió a Sevilla, como en tiempos colonialistas.Aquel día se vulneró la única voz que importa: la de los almerienses llamados a las urnas. Es indignante ver cómo políticos de la época, como Rojas Marcos, se atrevenhoy en día a calificar aquel referéndum de "trampa" solo porque el resultado en Almería no les gustó. Es la definición de la falta de talante democrático: invalidar al pueblo cuando no vota lo que el poder desea.

Nos colaron aquello que el sistema autonómico era el futuro, la "descentralización" que acercaría la administración al ciudadano. Hablamos de Almería, tan lejos de Madrid como de Sevilla, en aquel momento era tan isla peninsular como es hoy en día. Cuatro décadas después, la realidad es la que todos sabían. Hemos sufrido una recentralización feroz con un nuevo epicentro: Sevilla. La capital hispalense se ha convertido en el centro económico, político y social, que todo lo absorbe, mientras Almería permanece en la periferia del abandono. No hay que buscar mucho sobre datos de inversión autonómica en infraestructuras sanitarias, educativas y de movilidad para certificar que siempre nos han colocado sistemáticamente a la cola. No hay dato donde Almería no sea la última. El agravio tiene un símbolo de asfalto inconcluso: la A92. Se prometió en tiempos de Curro y la gloriosa Expocomo eje vertebrador, para unir todas las capitales; estamos en 2025 y la autovía sigue sin llegar a Almería capital. Es la metáfora perfecta de 45 años de promesas vacías.

Pero el colonialismo andaluz no fue solo político o económico; fue cultural y hasta estético. Muchos de mi generación recordamos perfectamente la imposición. Recordamos cómo en el Hospital de la Bola Azulfue pintada su “cúpulaazul”deprisa y corriendo de blanquiverde. Recordamos cómo los autobuses urbanos de Saltuafueron repintados con los nuevos colores autonómicos. Vimos cómo hasta los semáforos y las vallas publicitarias de las aceras se tiñeron de verde y blanco. Fue una campaña de asimilación forzosa, de colonialismo cromático, una forma de decirnos que nuestra identidad almeriense roja y blanca ya no existía. Que íbamos a ser si o si andaluces, fuimos forzados hasta por los ojos a lo naranja mecánica.

Y en esta historia de abandono, la culpa es compartida por los partidos nacionales. No solo fueron los casi 40 años de gobierno socialista los que nos relegaron a vivir en una región donde históricamente nada teníamos que ver. ¿Dónde está ahora el Partido Popular, que gobierna hoy la Junta? ¿Dónde están aquellos que, durante décadas en la oposición, encargaron estudios sobre la viabilidad de una comunidad autónoma uniprovincial para Almería, reconociendo el agravio? ¿Dónde están los que bailaban parrandas en la intimidad? Ahora que ocupan el poder en San Telmo, que era su verdadero anhelo, la inoperancia y el servilismo es el mismo. El centralismo sevillano no se cuestiona, se alaba, y la prioridad es hacer y decir lo que haga falta para vivir de la política. Han demostrado que solo usaron el malestar almeriense durante décadas como arma electoral, para después acomodarse en la misma poltrona que tanto criticaban. Con la de banderas almerienses que orgullosos tenían, eso sí bienguardadas en los fondos de sus cajones. Algunos tenían hasta banderas con el águila, ¿verdad señorías?

Bienvenida sería "La Cátedra", si fuera para contar la verdad. Pero me temo que será un instrumento más de adoctrinamiento para “blanquiverdear” la historia y Almería. La idea que quiero trasladaros es la siguiente: ningún almeriense debe olvidar lo que expresamos en 1980: Almería no está, ni por voluntad propia ni por conveniencia, en el ente autonómico que necesita para su presente y su futuro. La falta de alternativas y de dirigentes políticos nos han llevado hasta aquí. Nunca han priorizado esta tierra por encima de las directrices de Sevilla y Madrid, ni la de sus carreras personales. Y todo esto no lo van a examinar en la universidad. Tendrán un estupendo suspenso general.