Hoy, 15 de noviembre, celebramos el Día de la Provincia. Y no puedo evitar pensar que detrás de los discursos oficiales y las campañas publicitarias, la realidad de Almería es muy distinta a la que nos quieren vender.
Cada vez son más los municipios pequeños que ven cómo se cierran servicios públicos esenciales. Centros de salud con menos personal, colegios con más dificultades de acceso, pueblos sin un cajero automático. Lo que debería ser básico se convierte en un lujo. Y mientras tanto, la Diputación Provincial dedica sus recursos a campañas de imagen y viajes, en lugar de invertir donde más falta hace.
La desigualdad entre territorios se ha convertido en norma. Hay municipios que reciben inversiones millonarias, mientras otros tienen que pelear durante meses para conseguir unos pocos miles de euros para reparar una red de abastecimiento. La burocracia se convierte en un muro que desanima a los ayuntamientos más pequeños, hasta que renuncian a pedir ayuda.
La Diputación debería estar para garantizar que todos los almerienses, vivan donde vivan, tengan acceso a los mismos servicios. Pero hoy vemos una institución más preocupada por la foto que por la vida cotidiana de la gente. Una Diputación que vende una Almería irreal, mientras la verdadera se queda atrás.
En este Día de la Provincia, reclamamos una Almería más solidaria e igualitaria. Una provincia que crezca al mismo ritmo en todos sus territorios, sin importar el signo político del Ayuntamiento. Una provincia que invierta en las necesidades reales de sus vecinos y vecinas, y no en los intereses de unos pocos.
Porque celebrar la provincia no es hablar de grandes campañas, sino garantizar que cada niño pueda ir a su colegio, que cada persona tenga un centro de salud cerca, que cada pueblo tenga acceso a servicios básicos. Eso es lo que significa cuidar de Almería.
Hoy, más que nunca, necesitamos una provincia que piense en todos y todas. Una provincia que deje de estar gobernada por el Partido Popular y empiece a estar gobernada por la gente.
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