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De Almería a Madrid en diligencia

miércoles 23 de abril de 2014, 10:55h
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“Ya no viajamos en diligencia”- dijo hace poco un conocido líder del Gran Capital, en referencia a que habría que reducir los permisos de los trabajadores ya que ahora las distancias se acortan gracias a las infraestructuras de tecnología punta. Sepa usted, señor de la Cavada, que este no es el caso de Almería. Apunte usted, Señora Díaz, en su agenda, en el apartado Temas para Resolver con Extremada Urgencia. Apunten todos que en Almería, lejos de mejorar las infraestructuras, éstas se han ido empobreciendo desde los lejanos tiempos de Alfonso XII.

Ahora sólo disponemos de un tren al día que nos lleva y nos trae desde la capital del reino, durante un periplo que dura casi siete horas. Desaparecido el tren nocturno que nos conectaba con Madrid, tampoco disponemos de una conexión con Granada y Málaga, ni con Levante. Durante nuestro viaje, en lugar de un moderno tren de la características que se esperan en el hasta ahora intangible Proyecto del Corredor del Mediterráneo, y mientras buscamos un reposapiés inexistente para aguantar lo que nos toque, suelen darse circunstancias tales como paradas de más de diez minutos que provocan estupor y auténticos ataques de pánico, mientras un extraño olor a quemado penetra por nuestras narices. Si al taimado viajero se le ocurriera preguntar al camarero del bar por semejante parada, mientras se le refleja el susto en el semblante, el camarero responderá: “esto es como cuando se te cala un coche, hay que parar un poquito para que el aparato coja fuerza, y luego pueda continuar”. Esto le ha pasado hace poco, doy fe, a una amiga mía experta en tecnología que hizo la descalabrada ruta pues su cliente reside en las ciudades de Almería y de Madrid, y su empresa le paga el viaje en la “locomotora”.

Este ostracismo al que nos tienen sometidos parece que es un tema de “Fomento”, y la verdad es que lo que se dice fomentar, nos fomentan poco. A lo mejor por eso seguimos disponiendo de un entorno privilegiado, de cierta tranquilidad en nuestras formas. A lo mejor por eso nuestras tiendas no abren a mediodía porque hay escasez de viajeros a los que atender. A lo mejor por eso no conseguimos reflotar nuestra economía y sacar a nuestros jóvenes del paro. Los estrategas romanos ya basaban el triunfo de sus batallas en las buenas conexiones de infraestructuras, esas que ellos construían piedra a piedra. Así que deduzco que nos fallan los estrategas.

A nuestras plegarias responde “Fomento” diciendo que Andalucía puede estar tranquila pues su partida es la mayor en infraestructuras. Dejemos un nuevo margen hasta el 2015, pero mientra vamos ampliando ese margen, que hasta ahora sólo ha conseguido perjudicarnos, nos preguntamos: ¿Se ejecutarán los tramos de Alta Velocidad entre Almería y Murcia, y entre Almería y Granada?. ¿Se acortarán los tiempos de conexión con Madrid?. ¿Se recuperará la línea del tren de Almanzora, que inició, si señores, aunque con otro nombre, Alfonso XII, y destruyó, con otro nombre también, Felipe González?. Esperemos que lo recogido en el Acuerdo por Antequera tenga su fruto antes de que nuestra paciencia se agote todavía más. Si es que puede.

Mientras todo esto llega, por favor, Señora Díaz, que alguien vigile ese tren que huele a chamusquina, y que tiene que parar porque se “calienta”. No vaya a ser que mi amiga se nos fría algún día en la diligencia.

Anabel Lobo

Periodista.Licenciada por la Universidad Complutense.Título (Máster) en Identidad Corporativa por ESIC y uno en Gabinetes de Instituciones por Corporación Multimedia.Fue becada por Radio Televisión Española y Telemadrid. Ha colaborado en los suplementos económicos de Cinco Días.Técnico de comunicación para la Dirección General de Empleo de la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid.