www.noticiasdealmeria.com
No es el efecto llamada
Ampliar

No es el efecto llamada

Por Rafael M. Martos
x
directornoticiasdealmeriacom/8/8/26
https://www.noticiasdealmeria.com
jueves 18 de septiembre de 2025, 06:00h
Add to Flipboard Magazine. Compartir en Meneame

Escucha la noticia

Desde los escaños del Congreso hasta la última terraza de bar en el Paseo Marítimo de nuestra Almería, se ha instalado un debate viciado, un eco persistente que confunde el síntoma con la enfermedad. La reciente sintonía entre el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo y el Vox de Santiago Abascal para poner coto a la regularización por arraigo social es el último capítulo de este guion. La premisa sobre la que construyen su discurso es tan simple como errónea: la creencia en un todopoderoso "efecto llamada".

No seré yo quien niegue la existencia de ciertos factores de atracción, pero reducirlos a la causa principal de la inmigración irregular que llega al Estado español es un ejercicio de un egocentrismo casi infantil. Es mirar el mundo desde nuestro cómodo balcón europeo, pensando que el planeta gira alrededor de nuestras leyes de extranjería. Nos obsesionamos con el que viene, con los efectos de su llegada, pero nos negamos a girar la cabeza para entender por qué viene, de qué infierno huye.

Hagamos una pausa. ¿Cuántos de nosotros, mientras tomamos el café, podríamos explicar lo que está ocurriendo ahora mismo en Sudán, con una guerra civil que desangra a su población? ¿Qué sabemos de la asfixiante presión del yihadismo en Malí o de la inestabilidad en Senegal o Costa de Marfil? ¿Somos conscientes del régimen de terror y saqueo que entidades como el grupo Wagner, ese brazo armado mercenario de Vladimir Putin, ejercen en países como la República Centroafricana, convertida en un auténtico estado satélite al servicio del Kremlin?

Probablemente, muy poco. Y es normal. Bastante tenemos con lo nuestro. Pero esa ignorancia es el caldo de cultivo donde prospera la demagogia. A la violencia, la falta de libertad y la persecución política, sumemos un factor aún más implacable y silencioso: el cambio climático. La desertificación avanza de manera exponencial por el Sahel, engullendo tierras de cultivo, secando pozos y aniquilando el ganado. Cuando la tierra que pisas ya no puede darte de comer ni a ti ni a tus hijos, cuando la única certeza es el hambre de mañana, ¿qué te detiene?

Pongámonos en su piel por un solo instante. Si la alternativa es morir de sed, bajo el yugo de un señor de la guerra o por una bala perdida, ¿de verdad creemos que el factor decisivo para emprender un viaje mortal es si en España podrá o no conseguir "papeles" por arraigo a los tres años? ¿De verdad pensamos que lo que les impulsa a cruzar miles de kilómetros de desierto y a jugarse la vida en una patera en nuestro Mar de Alborán es la promesa de una cama en un hotel y no la huida desesperada del mismísimo infierno?

El verdadero, el único e innegable "efecto llamada" es el terror, el hambre y la ausencia total de futuro. Todo lo demás, comparado con eso, es residual, es ruido de fondo. Por muchas vallas que levantemos, por muchas trabas burocráticas que inventemos, por muchas puertas que le queramos poner al mar, el flujo no se detendrá mientras la desesperación en origen sea infinitamente mayor que el miedo al viaje.

Por tanto, la única solución inteligente, la única vía pragmática, no es intentar detener lo inevitable, sino gestionarlo. Y gestionar significa entender que la persona que lleva años viviendo entre nosotros, trabajando como puede, llevando a sus hijos al colegio de nuestro barrio o comprando en la tienda de la esquina, no es un número, sino un vecino. Facilitar su regularización a través de figuras como el arraigo no es un "regalo", es un acto de realismo. Es la forma de integrar a esa persona en la sociedad de la que ya forma parte, de permitirle tener un contrato, pagar sus impuestos, cotizar a la Seguridad Social y construir un proyecto de vida.

Lo contrario es condenarlos a la economía sumergida y a la exclusión, un fracaso para ellos y una pérdida para todos. La clave no está en desincentivar la llegada, sino en incentivar la integración de quien ya está aquí. Porque solo desde la estabilidad de una familia, desde la perspectiva de un futuro, se construye un ciudadano productivo y comprometido con la sociedad que le ha acogido. Esa es la realidad, tozuda y compleja, muy alejada de los eslóganes simplistas que solo buscan un puñado de votos a costa de ignorar la verdadera dimensión del drama humano.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"