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Facebook, faceboob y ‘La rosa ilimitada’

Por Javier Irigaray
martes 17 de marzo de 2015, 07:56h

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Dice Philippe Quéau que ‘virtual’ proviene del latín ‘virtus’, que significa fuerza, energía, impulso inicial. Las palabras ‘vis’, fuerza, y ‘vir’, varón, también están relacionadas. Así, la ‘virtus’ no es una ilusión ni una fantasía, ni siquiera una simple eventualidad relegada al limbo de lo posible. Es real y activa. Fundamentalmente, la ‘virtus’ actúa. Es a la vez la causa inicial según la cual el efecto existe y, por ello mismo, aquello por lo cual la causa sigue estando presente virtualmente en el efecto. Lo virtual, pues, no es ni irreal ni potencial: lo virtual está en el orden de lo real.

Como muchas de las creaciones humanas son a imitación de lo humano, el espacio virtual es una aproximación al espacio mental humano. La virtualidad como expresión general de simulación de la realidad o complemento de ésta ha estado siempre con nosotros, como lo vemos en el arte, donde por medio de palabras o imágenes se pueden transmitir situaciones no reales que nos inducen a sentimientos variados, como el amor, la alegría o la tristeza.

Las redes sociales en Internet, donde la virtualidad se manifiesta a través del sentido de la vista que interactúa con la pantalla, el tacto en su interacción con el teclado y el sentido del oído, nos permiten construir nuevos mundos por los que podemos navegar. En este caso el mundo virtual es creación de nuestra mente e imaginación y de las de aquellos con quienes compartimos espacio.

El problema surge cuando se pierde la perspectiva. Cuando al aprendiz de Quijote se le acaba secando el cerebro de tanto andar por mundos virtuales fabricados a medida y acaba por perder la noción de espacios en que se sangra y respira y a los prójimos se les ama o se les odia de veras y no se les acepta, bloquea o repudia a golpe de clic de ratón.
Algunos preferimos el roce de la piel y no aceptamos emoticono como sucedáneo de sonrisa. Y quienes no creemos en Dios tampoco lo hacemos en Zuckerberg.

Ahora facebook, que literalmente es el libro de las caras, no quiere ser la teta de los rostros, es decir, faceboob. Lo que cambia una sola letra. Y mucho menos pussybook, el libro de los coños.

El pasado 10 de marzo, facebook bloqueó el perfil del escritor Carlos Maleno, que había colgado la portada de su última novela, ‘La rosa ilimitada’, en la que aparece desnuda una chica con una pierna ortopédica, y le notificó que la censura ejercida por los administradores del sitio era a instancia de la denuncia de un usuario de los que miran sin ver, que había calificado la publicación como ofensiva.

Tras eliminar la foto de la cubierta del libro de su perfil, Maleno pudo volver a abrirlo y, de nuevo, colgar inmediatamente la imagen que desencadenó los acontecimientos.

Sorprende la decisión de los gestores de la popular red social si tenemos en cuenta la cantidad de pornografía de mal gusto y de mentiras virales que circulan por ella sin ningún control.

A Maleno le gustaría que alguien le explicara qué es lo que resulta ofensivo. La imagen es la de una mujer desnuda que tiene una prótesis de pierna y que muestra su desnudez sin pudor, desafiante. ¿Qué es lo ofensivo? ¿Que sea mujer? ¿Que esté desnuda? ¿Que tenga una prótesis de pierna? ¿Que no muestre pudor, exponiendo desafiante su desnudez y su prótesis? ¿Es esto ofensivo? ¿Qué es lo que debe ocultar exactamente? ¿Su sexo? ¿Su prótesis? ¿Su actitud frente a la cámara que la fotografía?

Su intención es “mostrar el erotismo de una mujer a la que le falta una pierna, expresándolo sin prejuicios”.

Dice el autor que La rosa ilimitada es “un viaje hacia lo más oscuro”. Es una reflexión acerca del mal, sobre su carácter intrínseco al ser humano y “sobre si la barbarie continúa imperando a pesar del progreso”. No sé si la barbarie, pero la estupidez humana sí.


Javier Irigaray

Presidente de Argaria, asociación cultural