Andaluces, somos una colonia
Por
Al Hakam Morilla Rodríguez
martes 17 de marzo de 2015, 11:09h
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«Sentimos llegar la hora suprema en que habrá que consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España (...).
Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad; de este Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los Pueblos extranjeros (...).
Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional»
Blas Infante. Manifiesto de Córdoba, 1 de enero de 1919.
Una administración colonial, en un plano político-económico y cultural, se caracteriza por hacer creer a los indígenas subyugados que gozan de autonomía. Andalucía representa un arquetipo de este lamentable estado de cosas. El peor tipo de esclavitud consiste en hacer creer a los súbditos que son libres. Elecciones de pega donde las demandas de soberanía ni siquiera pueden plantearse, salvo en sordina. Un control férreo de los media en la colonia garantiza que las demandas de libertad no puedan tener articulación organizada. Ya se sabe que el anhelo de independencia solo está bien visto en las Autonomías de primera, como Catalunya o Euskal Herria, para las sucursales del centralismo como Andalucía y países 'sureños' limítrofes, junto con Canarias, el único discurso constructivo es el de la sumisión. Otro no puede tolerarse a los parias, cantera de emigrantes y materias primas para obligarnos a consumir productos manufacturados, que consumen reelaborados los discriminados tragalotodo del 'Sur'.
Por eso la exigencia de una real Democracia debe ser prioritaria. Si la desigualdad norte-'sur' peninsular se ha convertido en sistémica, como la propia corrupción inherente a tales formas de opresión, la exigencia de libertad política se convierte en la última y única esperanza. Aunque la invisibilización u ostracismo de las minorías políticas que aspiran al autodeterminio no estén en condiciones de competir. Las reglas de los señores no se han hecho para los lacayos. Ley de Hont, imposición de cupos electorales para impedir que los partidos pequeños ni siquiera tengan una presencia testimonial en el parlamento-sucursal de la metrópoli, ausencia de la separación de los Tres Poderes del Estado, cesión de soberanía al estado extranjero Vaticano, monarquía impuesta... En estas condiciones, con normas forzadas por el colono para perpetuar el secular expolio, la única salida para alcanzar una vida digna es la lucha incesante, día tras día, por la Libertad.
Sin auténtica Democracia, sin la indispensable Asamblea Constituyente, apostar por partidos que solo aspiran al pactismo para repartirse las prebendas, nos empujaría a un fraude a la ciudadanía. No nos engañemos, ningún partido subvencionado por el estado puede ser de 'izquierdas'. Por eso L.A. insta a la abstención activa y consciente, sin coartar el derecho a cualquiera de sus simpatizantes para apoyar a la formación que se presente con postulados claramente andaluces y soberanistas. No a partidos de obediencia española sean izquierda, centro o derecha, progresistas o conservadores.
Rojigualda o tricolor son para los andaluces de conciencia las dos caras de la misma falsa moneda de la opresión y subdesarrollo que sufrimos.
Mas no hay gélido invierno ni ominosa noche que dure eternamente y algún día, blanca y verde, volverá a florecer como antaño nuestra Aurora...
Coordinador Nacional de Liberación Andaluza
Colectivo para la memoria y la identidad de Andalucía
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