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El Kagales no tocará el domingo en Garissa

Por Javier Irigaray
martes 07 de abril de 2015, 08:10h

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El domingo que viene, Kagabandurrias tocará en el Bar de la prima Encarna. Encarna no es mi prima, no, pero el bar se llama así porque es suyo y para qué le iba a poner otro nombre si, al final, en Aljáriz, una barriada de Antas, todo el mundo lo iba a llamar así.

Lo de poner nombres es cosa de dioses, como bien sabe el viejo Robert Zimmerman, que se puso a sí mismo Bob Dylan por el poeta borracho de Swansea; pero poner nombres como Bar de la prima Encarna es mucho más humano.

El Bar de la prima Encarna está enfrentado a la Iglesia de Aljáriz, la de la Virgen de las Huertas, en una plaza luminosa y ancha. Frente a frente. Cara a cara. Con los ojos fruncidos mirándose y midiéndose. Como duelistas bajo el sol de agosto, que aquí son diez meses al año. La iglesia y la gente. Gregory Peck y Joseph Cotten. Dios y el hombre. Keith Carradine y Harvey Keitel. Don Bernardo y la prima Encarna. Don Camilo y Peppone.

El domingo que viene, Kagabandurrias tocará en el bar de la prima Encarna. Guitarras salvajes de alto voltaje y una batería, tal vez, con los parches remendados. Yo no he escuchado a los Kagabandurrias, pero me han dicho que es el grupo del Kagales, el batería de los Chamarreta, unos punkis salvajes del Almanzora, y, a esos, sí que los he oído algunas veces.

Igual el Kagales canta frente a la iglesia aquello de “cuéntame un cuento bonito” y lo escucha el dios de Aljáriz, muerto, torturado y resucitado hace más de dos mil años.

Chamarreta, además de un grupo de punkis salvajes del Almanzora, es una chupa corta y cagabandurrias un insulto de capacidad hiriente media que suele ser previo a mayores descalificaciones. Viene a ser algo así como cobardica.

En “Bastardos”, una canción de cuando Chamarreta se llamaban Desechos Humanos, los de Albox gritaban “sois hijos de un dios que no existe, esclavos de una fe que os reprime, asesinos de deseos y pasiones, impostores con palacios por iglesias. Basura, basura”.

El Kagales no tocará su batería el domingo que viene en Garissa porque estará haciéndolo en el Bar de la prima Encarna. No cantará sobre basura que mata y asesina deseos y pasiones, como la basura que mata estudiantes negros en la Universidad de Garissa.

El jueves pasado, 147 sueños jóvenes rotos a balazos por una basura que se puso el nombre de Al Shabab, que quiere decir los jóvenes. Esa forma de poner nombres no es humana ni es divina. Es sólo la manera de cagar palabras del peor de todos los esclavos: el que fabrica sus propias cadenas.

Javier Irigaray

Presidente de Argaria, asociación cultural