Se dice comúnmente que hay dos maneras de actuar en política: Con palabras o con hechos. Aunque, en realidad, se puede actuar con las dos de la manera más coherente posible, que no es otra que transformando los compromisos que se han adquirido públicamente en las acciones que sean necesarias para poder cumplirlos.
De ese modo, no basta con decir, como se dedican a hacer para quedar bien muchos alcaldes del PP almeriense, que el empleo es una prioridad, sino que tienen que ponerse a trabajar desde las administraciones públicas que dirigen para convertir en realidad la creación de puestos de trabajo. Los 68.556 desempleados de la provincia no quieren más palabras en este asunto, quieren hechos.
Y no se trata, a estas alturas, de que los representantes del PP descubran nada. Les bastaría con copiar lo que está haciendo el Gobierno andaluz presidido por Susana Díaz en esta materia, poniendo en marcha distintos planes de empleo para tratar de paliar el drama del paro. Esa apuesta por las personas, por la atención a quienes peor lo están pasando como consecuencia de la crisis económica y de los recortes del Gobierno de Rajoy, hará que en los próximos meses se dediquen por parte de la Junta de Andalucía cerca de 24 millones de euros a la contratación temporal de desempleados a través de los ayuntamientos de la provincia.
A través de tres programas diferentes, en los que se atiende a jóvenes menores de 30 años, a mayores de esa edad y a personas desempleadas y en riesgo de exclusión social, el Gobierno andaluz hará posible que al menos 2.500 personas tengan una nueva oportunidad laboral. La cifra total de beneficiarios dependerá mucho de cómo hagan su trabajo los gobiernos municipales, ya que son ellos los encargados de definir los proyectos a los que quieren dedicar a los contratados y el número que necesitan para cada caso.
Los primeros en acceder a un puesto de trabajo dentro de estas iniciativas han sido cerca de 1.500 almerienses desempleados y en riesgo de exclusión social, de los que 230 están trabajando durante tres meses en la capital. Ese logro supone una satisfacción que, no obstante, en el caso de Almería capital podría ser aún mayor si su alcalde, Ramón Fernández-Pacheco, hiciera mejor lo poco que hace por el empleo, dedicando la labor de los trabajadores no solamente al centro y evitando la inmoralidad de que desempeñen tareas por las que ya estamos pagando a las empresas con las que el Ayuntamiento tiene privatizados servicios, como la limpieza, para que se lleven a cabo.
Aún está a tiempo el alcalde popular de rectificar esos errores para los dos programas restantes, con los que menores y mayores de 30 años trabajarán hasta 6 meses, y de ponerse a ajustar los proyectos que presenta a la Junta de Andalucía al perfil mayoritario de los desempleados almerienses, que les facilita la propia administración andaluza. Así no le pasará a su equipo de gobierno como en la anterior edición de estos planes cuando, después de no haber diseñado sus actuaciones teniendo en cuenta la experiencia laboral y formación mayoritaria de los parados de la capital, no tuvo pudor en reconocer públicamente que tenían problemas para encontrar el perfil que a ellos les interesaba.
Espero, sinceramente, un cambio en esos comportamientos del PP y, así, poder desechar que este modo de actuar se enmarca quizás en una tercera manera de entender la política dentro del PP almeriense: La de tratar de poner piedras en el camino a los hechos de otros.