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Bota, Pellejo y Porrón o el desinterés por “lo popular”

sábado 12 de marzo de 2016, 13:07h

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Pitarras extremeñas, históricas ya por suerte, de la tierra de barros: mucho color y alta graduación (vino de machotes); jumillas de 18º,yeclanos de dureza proverbial; o los manchegos airén peleones y difíciles servidos en “chatos”. Lo “natural”, “sin química”, se decía –sulfitos para los hongos si acaso-; las “bodegas” de familia agrícola artesana, subterráneas y apenas limpias; ese vinazo agreste, montaraz, tánico hasta palparlo con la lengua y la loncha de jamón en la jarra de barro –porque le da sabor-; la bebida de tasca, líquido clarete recio hasta para el gaznate menos sensible, puro vino “en rama” que ni se trasegaba ni se filtraba, apenas, si acaso, clarificado con huevo…
Aquellos pamplonicas con sus botas de “hemingwey” de fotos anteriores a “nafarroa” y la eta asesina que bajaban a comprar el vino azul violáceo de las tierras altas ricas en monastrel, los terroirs secos y calizos de Albacete y Murcia, para dar “cuerpo” a sus débiles caldos norteños (también los vascongados y los gallegos, y muchos franceses…era “el coupage” de siempre pero oculto, digamos vergonzante); los catalanes, tan secesionistas en su mitad, y tan bastos con el porrón a boca abierta y el fuet a contrapelo, nada elegantes, de igual modo en el postureo con que pronuncian la “a”: arrastrada abierta y ambigua; o emplean el artículo precediendo al nombre (El Jordi, La Montse y El Pere…). Los barriles enormes rodeados de telarañas, renegridas las duelas en pez; la garrafa verde cristal envuelta en mimbre, el granel, un cierto rechazo por la botella, el corcho, el cuidado, el vino bien hecho, la enología, en suma…
Todo ésto, finalmente, quedó atrás. Actualmente sólo lo reivindican algunos progres viejunos con coleta, tan snobs siempre, pero aburridos y antiguos como alacenas…
Montenegro en Almería –una lástima que algunos almerienses no sepan darle importancia a cosas que la tienen como este santuario gastronómico que aún rige un hombre viejo y sabio en la plaza general castaños-, o La bodeguilla, en Guadix, frente a su mercado, aún saben ofrecer vivos honestos, sencillos, identificables y sí… “ecológicos”, pero cuidados, limpios, sabrosos, bien hechos; y vermús auténticos con agua de seltz.
Esta indiferencia por las cosas que valen la pena (y la cultura del vino en España es una de ellas) no es sólo una cuestión de modas, gustos o mercadotecnia, es de necios. soberbios y arrogantes. En tiempos convulsos como los nuestros, con peligrosos fascistillas que excluyen a 11 millones de personas encerrándolas dentro de un “cordón sanitario” (también en la francia revolucionaria se mató impunemente en nombre de la salud pública), que afirman “no nos representan” hasta que ellos deciden tomar el poder (entonces “sólo ellos” representan verdaderamente a “la mayoría social”), alguno incluso verdadero heredero del espíritu de “las oscuras, lóbregas checas” (tan delicadas con los derechos humanos, con la justicia…); amigos de tiranías…; o un partido “de gobierno” que menosprecia a más de 7 millones de españoles con insolencia apenas democrática…; en fin, en estos tiempos, digo, llamémosles “interesantes”, abran una botella acostada de buen vino, descorchen sin premura, sirvan con elegancia sobre copa adecuada y clara, disfruten de la cultura que estos gestos suponen y manden al infierno, sin complejo alguno, -no sean pusilánimes, no sirve- a toda esta caterva de apocalípticos que arrojan hiel y odio desde sus integrados escaños que todos pagamos; y salud, mucha salud: bendita, responsable, paciente, respetuosa y tranquila clase media…hasta que deje de serlo.

Nicasio Marín

Concejal del Ayuntamiento de Almería por el Partido Popular

Médico de profesión. Ha sido presidente del Sindicato Médico en Almería