Tiene mérito. Mucho. La Unión Europea y su “política agrícola común”, han quitado a Andalucía azúcar, algodón, leche y derivados y casi el olivo, salvado en extremo por el riesgo para los cultivos cerealistas centroeuropeos. “Converger con Europa” nos ha costado perder importantes empresas de distribución, la industria derivada de la agricultura y ganadería y el resto de la industria, mucho más escasa, por tanto, que antes del ingreso en la CEE. En estos días, enemigos de adjudicar trabajo alguno a los animales, como pretendidos y pretenciosos “defensores” del bestial descanso, reclaman pastos y dehesas para las manadas de toros, con cargo al presupuesto, en paralela (y para lelos) coincidencia con los dictados ”europeístas”, pues, al paso que vamos, el espacio ocupado por los astados parece ser la única salida posible, después de las últimas novedades sobre dehesas. Sobre todo cuando la interpretación supera a la propia disposición.
La UE dice haber detectado fraude en algunos territorios calificados para pastos y exige que se delimiten los espacios realmente destinados a la alimentación animal. Pero la Junta de Andalucía, tan diligente cuando son perjudiciales a nuestros intereses las órdenes venidas de Madrid o de Bruselas, ha decidido limitar aún más esos espacios, excluyendo los cubiertos por árboles. Es decir: gracias a la rocambolesca interpretación de quienes deberían pelear por los intereses de Andalucía, cerdos, vacas, cabras y ovejas, se quedan sin pastos, (el “silencio de los corderos” en versión J. de A.) que ahora podrán crecer sin freno, aunque, además de disminución de alimento para los animales, supongan riesgo para la arboleda que los protege, por la facilidad de propagación de incendios.
Recientemente, un pretendido grupo “ecologista” (ecologistas de salón), ha conseguido que se prohíba la pesca del peligroso cangrejo rojo americano, especie invasora que acabó con el autóctono. Y la sentencia se dictó, pese a que, al carecer de depredador, la superpoblación del crustáceo pone en serio riesgo la propia supervivencia del arrozal, cultivo que los pseudo-ecologistas aseguraban defender, cuando se oponían a la ampliación del Puerto y, con ello, a que Sevilla pudiera mantener uno capaz de subsistir. La Unión Europea ha hecho muchas barbaridades, ha perjudicado conscientemente Andalucía, para defender los intereses industriales de grandes empresas centroeuropeas, pero ni llegó a exigir el acrecentamiento de la población de cangrejo rojo, ni la supresión de más de la mitad de los territorios dedicados a pastos para alimentación animal. En uno y otro caso, pretendidos y falsos “progresistas” han ido mucho más lejos en provocar perjuicio a Andalucía.
El provocado por las autoridades europeas, tiene un contrapunto: la UE necesita comprar producción agrícola a terceros países, para venderles maquinaria. En Andalucía pueden colocar su maquinaria sin contrapartida, porque Andalucía está dentro. “Ventajas” de formar parte de Europa. Pero las otras dos “partidas” comentadas ¿a quién benefician? ¿Es que acaso, aún hay más, pero no alcanzamos a comprenderlo ni a conocerlo?