Mientras hablamos, me cuenta que nieva fuerte en Teruel, y está a punto de coger carretera y manta rumbo a Almería para tocar el sábado con su banda. ¿Cuál? Pues lo fue Barricada, lo fue Txarrena, y ahora es “El Drogas”, así, a secas, pero también es la Banda del Dr.Gas, o la Banda de la (des)Memoria… poco importa el nombre si siempre el ritmo y la letra la pone Enrique Villarreal.
Nacido en 1959 en Pamplona, cuando ahora se sube a un escenario, puede haber hasta tres generaciones juntas coreando sus temas, lo que comprende porque él tiene dos nietos a los que “les hace gracia ver a su abuelo cantando, entre luces, con otra gente, pero en fin, eso refleja la vida misma”.
Toca “Un día nada más” en el Teatro Cervantes, donde lejos de frivolizar con el fantasma de Concha Robles que, dicen los crédulos, lo habita desde que la actriz fue asesinada hace 95 años por su marido, un galonado militar, él prefiere llamar a las cosas por su nombre, y afirmar que “fue un asesinato de violencia machista”. Comprometido con muchas causas –entre ellas ésta- hace referencia inmediata al reciente crimen cometido en Huércal de Almería, y su repudio puede escucharse en al menos dos canciones de su triple álbum “Demasiado tonto en la corteza”, una “Quién puede verla”, sobre la soledad en que se encuentran las mujeres víctimas de estas agresiones, y “Están para violarlas”, donde el protagonista es el abogado José Manuel Castelao, quien afirmó sin rubor que “las leyes son como las mujeres, están para violarlas”, a al que define como “apologeta de la violación y del fraude” y dedica otros muchos y acertados calificativos que no dejan de ser “tortas con la mano abierta” a los que “se pasan”.
Matxinada (“revuelta” en euskera) es el CD en el que están contenidos esos temas, el segundo de los tres que componen el álbum, siendo Alzheimer (dedicado a su madre, que lo sufre) y Glam los otros dos. En este las canciones están dirigidas a distintos miembros del Partido Popular, cuya victoria electoral es prueba –dice- de que el pueblo “no siempre es sabio”. Ahí canta que le gustaría ver a Rodrigo Rato cayendo de una ventana y ardiendo con gasolina, o llama “caradura” y “florero” a la exministra Ana Mato, o le dice “Wert-e” a la mierda” al exministro de Educación, pide a la actual ministra de Defensa y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal “deja ya de hablar de salario simulado, de despido en diferido” para enlazarlo con “sinvergüenzas” y “sobres en los trajes”, y como no, también está la Casa Real, al grito “vamos a desahuciar a la Casa Real” recordando que “el brillo de la corona lo pulió Francisco Franco”.
En ese tema, titulado “Come elefantes”, critica la “censura y autocensura”, por lo que en una reivindicación del papel de la prensa que ha desvelado casos como el de la cacería del anterior Jefe del Estado, y el “el duque empalmado al que le gusta meter la mano”, le pregunto por esa contradicción. El Drogas hace una larga disertación sobre su punto de vista sobre el papel de los medios de comunicación, en una defensa clara del periodismo de investigación y comprometido, y lo compara “con el oficio de farandulero, que tiene que tener ese punto de transgresión que ha perdido hace mucho tiempo”.
Transgresión era lo que buscaba con ese disco, enfocado como un vistazo a la actualidad diaria, y que pese a lo explícito de las letras, no le ha costado ningún disgusto en los tribunales, para sorpresa suya.
Y es que El Drogas tiene para todos. Si se había mostrado próximo a Podemos, en estos momentos les rechaza cuando dice “que ahora estén hablando más de ellos, que de los problemas que hay en el país, que mucha gente está sufriendo, me parece una vergüenza, y a los primeros que atacaré será a ellos, que el PP sé cómo va a actuar, el PSOE sé cómo va a actuar…”.
Reconoce este cantautor al que con los años ha sustituido la melena negra y lacia por un pañuelo pirata y por un sobrero copa, y las camisetas desgarradas por un traje de vendedor de crecepelo de película del Oeste, que lo que más le gusta en el mundo es subirse al escenario y tocar, que para él, el proceso de composición, de grabación, de promoción… no tiene más que ese fin. Tocar ante un centenar de personas o ante 6.000, en acústico y solo, o eléctrico con la banda de cada momento, lo que le gusta la adrenalina del directo.
Una de las cosas que le han distinguido siempre, es que no tiene el mayor problema en ponerse a tocar, cual músico callejero, en cualquier plaza, calle o callejón, y lo hace para “reivindicar ese espacio” de encuentro. De hecho, circula en Youtube un vídeo en el que canta en una plaza de Albox, sentado en un banco, sin micrófono ni nada, sólo acompañado por una guitarra. Aunque esa grabación es de hace unos años, ese municipio, y por tanto Almería, fue el primer lugar de Andalucía en el que tocó Barricada, y a él ha vuelto con sus distintas bandas en varias ocasiones.
Sin miedo a la crisis, El Drogas se lanzó a publicar el triple CD “Demasiado tonto en la corteza”, y luego la locura de “Un día nada más”, estrenado con alrededor de 20 invitados, y ya prepara el próximo trabajo que podría estar listo dentro de un año o año y medio. Alrededor de estos proyectos –que seguirán bajo el nombre de “El Drogas” ya que con esa independencia se siente más cómodo- crea hasta tres versiones distintas de cada espectáculo, han regalado EP, han hecho actuaciones casi sorpresa en firmas de discos, cambian el repertorio, montan actuaciones de hasta cuatro horas… buscando siempre “que el público no se sienta defraudado”.
El Drogas es un tipo con pinta de duro, salvaje sobre las tablas, con cara de cabreo, pero a la vez sostiene una sonrisa casi permanente en el trato corto y en las entrevistas, o en los programas a los que es invitado. Esa dualidad tiene que ver con que “soy un animal de escenario”, y advierte que a pesar de esa amabilidad que transmite, cuando se baja y vuelve a su estado tranquilo, “soy capaz de dar una torta con la mano abierta si alguien se pasa”. Y es que las letras de este cantautor que ha sustituido la melena de juventud por un pañuelo pirata, no cambiado ni un ápice su genio.