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No es país para viejos

miércoles 23 de abril de 2014, 10:55h

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Almería, España. Diciembre de 2013. Carmen, viuda de 72 años, cuida de sus dos nietos mientras su hijo Daniel hace la compra. Hace ya dos años que Carmen ha acogido a su hijo, a su nuera y a su nieta después de que Daniel perdiera el trabajo y a continuación la casa hipotecada en la que vivían. La pequeña pensión de Carmen, que no llega a los setecientos euros, junto con el sueldo de su nuera, permite a esta familia comer todos los meses sin hacer ningún exceso y mirando cada euro que gastan. Ella es la que limpia, cocina y cuida de su nieto mientras su nuera trabaja y su hijo intenta hacerlo. Actualmente, en el 27’8 por ciento de los hogares españoles, es la pensión de la persona mayor la que aporta la mayor parte de ingresos que llegan a los hogares. Además, es la que se dedica a cuidar de los niños cuando los padres están fuera por motivos laborales u otros. Para que luego utilicemos eufemismos como “Día Internacional de las Personas con Edad”. Hay que ver que diferencia abismal con el “Día del Respeto a los Ancianos” que ensalzan en territorio nipón, pero de eso hablaremos más abajo….

La posibilidad de alargar la vida laboral con la que especuló un directivo del círculo empresarial hace poco nos ha alarmado a todos. Somos y actuamos como un país de pandereta, y entre que Juan Rosell no supo explicarse y que nosotros nos asustamos rápido, todo se complica y acaba en bulla. Los motivos que no supo explicar Rosell son que el reemplazo laboral no llega y que los jubilados cada vez son más. El reemplazo laboral no llega, no sólo porque las cifras del paro hayan aumentado en los últimos años, sino porque la población envejecida ha aumentado en España junto con la esperanza de vida, y ello supone un cambio, que como siempre, en España no se había previsto, porque nosotros, no somos gente que prevea, de nunca. Así nos va, que de golpe lo tenemos que hacer todo asustando con ello al personal.

La nueva y recién aprobada reforma de pensiones se basa en el consabido Factor de Sostenibilidad, que vincula la cuantía inicial de las pensiones a la esperanza de vida, y que se hará efectivo en el año 2019. Otro susto que nos dan, porque desde nuestro agitado punto de vista ibérico, es una traición a todas luces el que se calcule nuestra esperanza de vida en cada caso. A nosotros no nos interesa saber cuando moriremos, “¿pa qué?” sino lo bien o mal que podremos disfrutar de nuestra vida mientras aún la tengamos.

Por otro lado, está la sustitución desde enero del incremento de las pensiones del indicador IPC por un valor que no esté ligado a la inflación. Y esto sí que no parece que lleve a las pensiones al alza. O quizás sí. Aún no es un factor suficientemente explicado. En este país lo que le falta a los políticos es explicar las cosas con propiedad. Cuando se toman medidas como reformar las pensiones hay que explicar hasta la última coma con lenguaje inteligible, para que no se te echen todos encima, como está pasando. En otros países como Estados Unidos o Reino Unido la edad de cotización se contempla ya hasta los setenta años, y por cada período de tiempo trabajado fuera de los 65 años se reconoce un importante porcentaje que aumenta el poder adquisitivo del futuro pensionista. Este controvertido factor tiene por lo tanto también una cara positiva. Aunque si queremos buscarla el lado oscuro, también lo tiene.

Visitemos ahora Tokyo, Japón. Diciembre de 2013. El matrimonio Ikaru, de 80 años, y Mei, de 76, interactúa con el robot doméstico que les ayuda a realizar las tareas del hogar. Ikaru ayuda a Mei a colocarse el traje robótico que le ayuda a mejorar su elasticidad. Después Mei telefonéa desde su móvil adaptado a sus dos hijos para quedar a comer en el centro.

En las antípodas de España, la tercera potencia económica mundial, previsora como pocas tal como se le presupone debido a su estatus internacional, posee un sistema de pensiones que exige a todos los mayores de 19 años, así estén en paro o estudiando, contribuir económicamente con una cantidad de yenes equivalente a 150 euros mensuales para prever el pago de su pensión. A esto se le suman los impuestos con los que los japoneses van contribuyendo a lo largo de su vida laborar y que conformarán la mitad de la pensión de la que disfrutarán cuando se hagan mayores. Y muchos lo hacen, ya que Japón cuenta con una de las más altas tasas de esperanza de vida del mundo, llegando a ser su población de ancianos de más del 24 por ciento de la población total, y teniendo en cuenta que se han llegado a contar más de 50.000 japoneses que superan los cien años. Por esto, y en beneficio de la previsión en todo de la que alardean porque pueden los nipones, se estableció un sistema de pensiones que aligerara los predecibles gastos sanitarios de una población envejecida e inactiva laboralmente, y les permitiera disfrutar de una buena calidad de vida otoñal. Gastos sanitarios de los que actualmente estamos asustados en España, porque nos ha llegado en muy mal momento. Y esto de hacerlo todo a la vez, no viste mucho ni queda bien.

Probablemente nunca seremos una tercera potencia mundial, ni nuestras esperanza de vida superará en muchos casos los cien años como en Japón (aquí cuando alguien cumple cien años, sale en los periódicos y el Alcalde le va a visitar), pero quizás el cambio que se está intentando hacer, no sea tan malo, quizás sea simplemente, necesario, porque lo que para nosotros era inamovible, ha dejado de serlo hace tiempo, y o se cambia ahora, o nos lleva a la quiebra del sistema de pensiones. Así de claro y meridiano podemos decirlo. Otra cuestión es que sea la forma adecuada de hacerlo, porque nada es perfecto. El tiempo dirá.

Anabel Lobo

Periodista.Licenciada por la Universidad Complutense.Título (Máster) en Identidad Corporativa por ESIC y uno en Gabinetes de Instituciones por Corporación Multimedia.Fue becada por Radio Televisión Española y Telemadrid. Ha colaborado en los suplementos económicos de Cinco Días.Técnico de comunicación para la Dirección General de Empleo de la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid.