www.noticiasdealmeria.com

Sólo por un cromosoma

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

miércoles 23 de abril de 2014, 10:55h
Add to Flipboard Magazine. Compartir en Meneame

Escucha la noticia

A pesar de que lo único que nos separa de los hombres es la expresión gonádica XX, y que nuestra única diferencia está en un cromosoma, que evidencia una fisiología totalmente diferente en hombres y mujeres, las mujeres hemos sido, histórica y conceptualmente la novia, la prometida, la casada, la viuda. Ahora también asumimos otros roles, que siguen siendo vistos desde un punto de vista despectivo incluso entre las propias mujeres en algunos casos: la divorciada, la soltera, la lesbiana, la bisexual, la que nunca tuvo novio.

Y es que debido al contexto histórico al que nos hemos visto sometidas, la mayoría de las mujeres, incluidas nuestras hijas, seguimos dibujándonos a nosotras mismas en base a lo que supone en nuestra vida el varón. Craso error, la mujer es mujer por sí misma, puede ver su figura condicionada por el rol que ocupa en una familia, en el caso de que la tenga, debe cuidar de los hijos al igual que lo debe hacer el padre, pero no debe ser un apéndice del varón tal como se contempla en la Sagrada Biblia. Las mujeres no hemos salido de ninguna costilla, en todo caso somos el costillar. Pues sin nosotras la raza humana desaparecería.

Conozco mujeres que se levantan cada día a las seis de la mañana para dejar las tarteras preparadas, despertar a los niños, llevarlos al colegio e irse a trabajar, conozco mujeres que barren las calles, que conducen autobuses, que administran empresas, que dirigen Ayuntamientos o que ayudan a dirigirlos. Conozco mujeres que les tienen miedo a sus maridos, y que no hace falta que lo cuenten, porque se les nota en las ojeras y en la mirada que traen cada mañana. Esas mujeres a las que hay que preguntarlas muchas veces lo que les pasa, para que se animen a hablar, para poder ayudarlas en lo que sea. Y sí, conozco a muchas mujeres enamoradas de sus maridos, y a maridos estupendos que les dan cien mil vueltas a sus mujeres en todos los sentidos y que jamás levantarían la mano a una mujer. Conozco a hombres y a mujeres a los que miran a los ojos con franqueza, independientemente de su condición sexual.

Y sí, también conozco mujeres que venderían su vida entera por un bolso de marca o por un deportivo, mujeres que denigran a las del anterior párrafo, y que consiguen lo que llaman estatus económico gracias a un buen matrimonio o a otras cosas , esas mujeres que echan por tierra todo lo que las demás defendemos solamente con nuestra actitud, que no es otra cosa que una lucha pacífica y lenta que, como todas las luchas pacíficas y lentas, llevará un éxito seguro en el que predomine la igualdad, una igualdad en que ninguna niña ni mujer sea agredida por su condición, una igualdad en la que no haya que guardar minutos de silencio por víctimas de la violencia de género porque ya se haya olvidado ese concepto, una igualdad que permita a las mujeres de todo el mundo, incluyendo especialmente a las indias, a las africanas, a las chinas, y a tantas otras, ser libres, y no tener que asumir nunca más el rol de esclava sexual o doméstica de ningún tipo.

Anabel Lobo

Periodista.Licenciada por la Universidad Complutense.Título (Máster) en Identidad Corporativa por ESIC y uno en Gabinetes de Instituciones por Corporación Multimedia.Fue becada por Radio Televisión Española y Telemadrid. Ha colaborado en los suplementos económicos de Cinco Días.Técnico de comunicación para la Dirección General de Empleo de la Consejería de Economía de la Comunidad de Madrid.