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El lenguaje oculto de las obras

Por Carmen María González Piedra
miércoles 12 de noviembre de 2014, 10:32h
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Está fuera de toda duda el poder icónico y el lenguaje “oculto” de una obra. Desde hace milenios, cuando el hombre construye, su arquitectura refleja su sociedad y su pensamiento, y de hecho, si analizamos una obra arquitectónica, casi adivinaremos la estructura mental del grupo que la elabora.
Las cosas han cambiado muy poco. Una obra sigue siendo reflejo de algo más, sobre todo si se atisba una convocatoria electoral. Ahí adquiere rango de invitación, de guiño municipal al ciudadano que padece la fiebre constructiva pre-electoral y asiste, atónito, a su consideración de ser humano fácilmente impresionable, que es invitado a cambiar voto por cemento.
Veamos algunos datos: si las últimas elecciones se celebraron en 2011 y cuatro años después se convocan de nuevo, hablamos de 1460 días para acometer obras municipales, para llevar a cabo la labor para la que nuestro señor alcalde y sus concejales fueron elegidos: hacer de la ciudad un espacio habitable, seguro, limpio y con todas las infraestructuras necesarias para que ningún barrio de la ciudad se sienta aislado de un proyecto que en muchas ocasiones no les contempla.
Durante toda esta legislatura municipal, muchos barrios de Almería han sido vilipendiados, olvidados, privados de hasta el más básico de los servicios urbanos, de esos que se supone que el Ayuntamiento debe dotar a todos los ciudadanos (que pregunten en Los Almendros), independientemente de que sea del distrito que le ha votado. Esa es la cuestión. Hay barrios que se han convertido en el escaparate en el que nuestra corporación se siente bien representada, convirtiendo su remozado constante en el reclamo ideal de su supuesto compromiso con el bienestar de la ciudad que todos habitamos. Pero la habitamos también el resto de ciudadanos…. Los olvidados (podría ser el título de una película de suspense).
Muchos barrios de Almería han sido sistemáticamente desatendidos por una corporación pendiente de barrios vip, que llegado el momento de la convocatoria electoral, no bastan para la consecución de los objetivos políticos propuestos. No suman los votos necesarios que escondan la dejadez del consistorio. Pero ahí aparecen las obras, algo visible, audible, visitable, tangible… Prueba inequívoca de que algo se está haciendo. Aunque sea tarde y mal, se hace, de hecho todos lo padecemos, os invito a dar una vuelta por Almería y comprobarlo. Ahora no podemos olvidar que no saben que existimos, que muchos ciudadanos hemos sido invisibles y transparentes casi cuatro años.
Tras milenios de historia, la obra sigue teniendo un lenguaje oculto. Pero mi voto no se cambia por cemento. ¿Y el tuyo?

Carmen María González Piedra

Candidata por el Partido Andalucista a las elecciones europeas.