Nuestros políticos son animales. O plantas
No, no es un insulto, es una cuestión de mera deducción, porque si el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, quienes tropiezan tres veces, o incluso cuatro, pues hombres no son… así que deben ser animales… o plantas.
Solo así puede explicarse que tras lo sucedido con la pandemia, después del verano, y lo ocurrido tras la Navidad –tan reciente-, no tengan ningún empacho en mandarnos de cabeza a una cuarta ola de contagios, saturación de UCI y muertos.
Cuando hasta el propio Obispo de Almería –que algo le va en ello- anuncia que no habrá ni procesiones ni vía crucis, las autoridades políticas deciden levantar la mano e ir reduciendo las restricciones contra el covid-19, y eso solo porque –como ya ha ocurrido en ocasiones anteriores-se ha producido una leve mejoría en el número de contagios, precisamente porque fueron esas fiestas las que los acrecentaron, y tras pasar, pues han ido a menos. Esa es la excusa suficiente para justificar lo injustificable. Antes que salvar la Semana Santa, alguien debería plantearse salvar vidas, salvándonos del tsunami que vendrá tras esos días.
No, no aprenden a pesar de que se les amontonan los muertos. Quieren que nos acostumbremos devaluando la importancia de la tragedia. Basta recordar que al principio de la pandemia nos confinaron sin salir de casa por un número de contagios ridículo en comparación con el actual, teníamos rueda de prensa diaria de jerifaltes uniformados y de un tal Fernando Simón que decían que sabía del tema, y hasta el presidente del Gobierno central nos deleitaba con sermones semanales. Ahora, ni el presidente da ruedas de prensa, Simón es poco más que un monologuista venido a menos, y en sus intervenciones semanales –siempre que no caigan en festivo- ya tampoco hay uniformes.
Después de la primera ola, se impusieron las mascarillas, nos adaptamos a higienizamos con gel hidroalcohólico, y mantenemos la distancia interpersonal, pero los contagios tras el verano y la Navidad subieron muy por encima lo que habíamos visto antes, pese a lo cual nuevamente las autoridades están dispuestas a abrir la mano para que no sea de pasión la Semana Santa sino las siguientes. No aprenden. Y su incapacidad para aprender desbordará de nuevo los tanatorios, el lugar del reencuentro familiar tras honrar las tradiciones.
Es compresible la situación trágica por la que están pasando los hosteleros, y no puedo menos que acordarme del trágico final de Diego García, el presidente de Ashal, que no soportó la tensión de una crisis emponzoñada por la mala gestión política.
¡Sálvennos de la Semana Santa, por favor!