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Tras el Congreso del PP-A
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Tras el Congreso del PP-A

Por Rafael M. Martos
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martes 11 de noviembre de 2025, 06:00h
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El XVII Congreso del Partido Popular de Andalucía, celebrado este pasado fin de semana en Sevilla bajo el lema "Siempre Andalucía", tenía un propósito claro: reelegir a Juanma Moreno Bonilla como presidente del partido y, con ello, apuntalar su candidatura para la reelección como presidente de la Junta en 2026. Se trataba de un rearme ideológico y político, la oficialización de una hoja de ruta centrada en la "vía andaluza" de la gestión y la moderación, que tan buenos resultados le ha dado desde su llegada al Palacio de San Telmo.

Sin embargo, para los miles de almerienses y andaluces que siguen la política con un ojo puesto en la realidad que les toca vivir, el mensaje de este cónclave ha quedado soterrado, minimizado y, en última instancia, silenciado por una triple alianza de ruido mediático y político. Lo que debía ser un altavoz para la voz del PP de Andalucía, ha terminado siendo un eco débil en una sala llena de gritos ajenos.

La primera y más potente interferencia provino del propio PP. El protagonismo del presidente del Partido Popular a nivel estatal, Alberto Núñez Feijóo, en el cierre del Congreso, resultó una espada de doble filo. Si bien su presencia legitimaba y reforzaba a Moreno Bonilla, la atención mediática se concentró, inevitablemente, en su habitual y contundente discurso contra el presidente del Gobierno del Estado, Pedro Sánchez, y las acusaciones de corrupción que afectan a su entorno.

La lucha contra el Gobierno de coalición, la corrupción y el 'fango' político se comió minutos de televisión y espacio en prensa que estaban destinados a glosar la gestión de la Junta de Andalucía. El foco se desplazó de la realidad autonómica andaluza a la polarización de Madrid.

A este fenómeno se sumó una intensa rumorología y una noticia de peso que acapararon la "crónica rosa" de la política.

Por un lado, la supuesta polémica sobre la participación (y la eventual cancelación por indisposición) de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, eclipsó cualquier análisis programático sobre la "vía andaluza".

Por otro, la reciente dimisión del presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, a principios de noviembre, generó una cascada de especulaciones sobre la estabilidad territorial del Partido Popular y el posible nuevo pacto de gobierno con Vox en la Comunidad Valenciana. Esta coyuntura sirvió como perfecto imán para desviar la atención de los logros de la gestión de Moreno Bonilla.

El resultado es el que ya conocemos en Almería: el congreso de un partido que gobierna la Comunidad Autónoma con mayoría absoluta se convierte en la nota a pie de página de la guerra entre Sánchez y Feijóo o en el debate sobre la sucesión en otra Comunidad Autónoma.

La otra gran fuerza que sepultó el mensaje del PP de Andalucía fue el de las protestas en la calle. Mientras en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla (FIBES) se hablaba de reelección y estabilidad, fuera, las organizaciones sindicales (UGT y CCOO) y partidos de la oposición (principalmente el PSOE-A y otras formaciones de izquierda) convocaron movilizaciones multitudinarias en las ocho provincias, incluida la provincia de Almería.

El lema de esta protesta, que ha movilizado a decenas de miles de personas, fue claro y directo: la defensa de la sanidad pública andaluza. La crisis de los cribados de cáncer, lejos de estar superada como sugería la dirección del PP-A, demostró tener una alta capacidad de movilización social.

Este mensaje, visceral y apoyado por miles de ciudadanos preocupados por las demoras en atención primaria o en pruebas diagnósticas, es sin duda el que más resuena en el día a día de un almeriense. Las protestas, con sus imágenes de multitudes clamando por mejoras urgentes, ofrecieron un contrapunto incómodo y muy visible al ambiente de celebración interna del congreso popular.

El problema central no es el argumentario del PP-A, que busca consolidar un proyecto propio basado en la moderación. El problema es su incapacidad para hacerse escuchar. El rearme ideológico que el partido buscaba con la reelección de Moreno Bonilla como su futuro candidato a la presidencia, quedó en un mensaje intrascendente para el gran público.

Almería, como provincia, y Andalucía, como Comunidad Autónoma, tienen problemas y soluciones propias que merecen ser el centro del debate político local. Si el Partido Popular de Andalucía no logra blindar su mensaje, si cada uno de sus hitos políticos es fagocitado por el ruido de la política estatal o por la contundencia de las protestas sociales, corre el riesgo de que la "vía andaluza" de la gestión acabe siendo percibida como la vía andaluza de la irrelevancia informativa.

Es una llamada de atención para los populares andaluces: la mayoría absoluta no garantiza el control del relato. En el frenético pulso mediático, el silencio forzado puede ser tan dañino como el error político. Su reto no es ya convencer, sino simplemente lograr que se les escuche.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería y Coordinador de la Delegación en Almeria de 7V Andalucía

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"