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Almería está en el Mediterráneo, pero sus aguas no
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Almería está en el Mediterráneo, pero sus aguas no

Un real decreto revela un dato sorprendente sobre la naturaleza de las aguas costeras almerienses

Por Rafael M. Martos
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martes 29 de julio de 2025, 06:00h
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Aunque suene a disparate geográfico, el último real decreto aprobado por el Gobierno de España y publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el pasado 25 de julio arroja una conclusión que, como mínimo, puede levantar cejas entre los almerienses: sí, estamos en el Mediterráneo, pero nos bañamos en aguas del Océano Atlántico.

La afirmación no es una broma ni una boutade veraniega. Surge del contenido del Real Decreto 531/2025, una disposición normativa que regula la declaración y gestión de nuevas zonas protegidas en la Red Natura 2000 marina, y que, aunque se centra en el litoral de la Comunidad Valenciana, deja entrever un marco conceptual más amplio que afecta directamente a la provincia de Almería. En concreto, al referirse a la protección del medio marino, el decreto reconoce la continuidad ecológica entre aguas del Atlántico y del Mediterráneo, y atribuye a la Administración General del Estado la gestión de aquellas zonas donde "exista continuidad ecológica del ecosistema marino con un espacio natural terrestre objeto de protección", incluso cuando estas aguas —atención— estén en la “Región Marina Mediterránea” pero correspondan a masas de agua atlánticas.

Una “continuidad ecológica”

Este es el punto clave. Según explica el artículo I del decreto, existe una lógica ecosistémica por la cual ciertas aguas superficiales que bañan la costa mediterránea pueden ser consideradas, hidrológicamente hablando, como atlánticas. Esto se debe a las dinámicas de intercambio que se producen en el Estrecho de Gibraltar y que hacen que una parte del caudal del Océano Atlántico penetre en el Mediterráneo, especialmente en las capas superficiales del mar.

El fenómeno es conocido desde hace décadas por los oceanógrafos: el Atlántico empuja agua menos salina hacia el Mediterráneo, que a su vez, por el fondo, devuelve agua más salada y cálida al océano. Este juego de corrientes, que influye en la salinidad, temperatura y nutrientes de las aguas, tiene consecuencias directas en la biodiversidad marina y en la gestión de los espacios protegidos.

En resumen: las aguas que tocan la orilla de nuestras playas en Almería, aunque geográficamente mediterráneas, pueden tener origen atlántico en términos de masa de agua y características ecológicas.

¿Y qué tiene que ver esto con un decreto?

Mucho. El Real Decreto 531/2025 es una norma de amplio calado técnico y ambiental que declara diez nuevas Zonas Especiales de Conservación (ZEC) y aprueba las medidas de gestión de siete Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA) en el marco de la Red Natura 2000. Aunque todos estos espacios están localizados frente al litoral valenciano, la norma establece principios y competencias que afectan a todo el Estado.

Uno de esos principios, recogido en el artículo 2, reconoce que el ámbito de aplicación se extiende no sólo al agua, sino al lecho marino, el subsuelo, la columna de agua e incluso el aire sobre la superficie, así como a los recursos naturales existentes dentro de esos límites. Y aquí entra en juego la “región biogeográfica”, un concepto que no se basa en criterios puramente políticos ni cartográficos, sino en ecosistemas continuos que no entienden de provincias ni de meridianos.

Así, Almería, aunque no aparece en los anexos del decreto, forma parte indiscutible de la Región Marina Mediterránea mencionada, y por tanto, de ese sistema interconectado de aguas que beben —literalmente— del Océano Atlántico.

¿Qué protege exactamente el decreto?

El texto legal declara como ZEC y ZEPA diversos espacios como el “Espacio marino de Tabarca”, “L’Almadrava” o el entorno de “Illes Columbretes”. Pero más allá de la nomenclatura, lo importante es el contenido: el decreto regula de manera detallada y rigurosa los usos y actividades permitidos y prohibidos en esas zonas protegidas.

Entre las medidas más destacadas figuran:

  • La prohibición de nuevas instalaciones acuícolas en hábitats sensibles como praderas de Posidonia o fondos coralígenos.

  • La limitación de la pesca profesional y el uso de artes que puedan dañar el fondo marino.

  • La restricción al vertido de aguas residuales o salmueras procedentes de depuradoras y desaladoras.

  • El veto a instalaciones de parques eólicos marinos en espacios sensibles para aves.

  • La regulación de la navegación comercial y recreativa para evitar colisiones con cetáceos o perturbaciones a las aves marinas.

  • Y una norma clara sobre la contaminación acústica submarina, que impide el uso de sónares o cañones de aire comprimido salvo para estudios científicos y con autorización expresa.

Además, se fijan procedimientos muy detallados para solicitar autorizaciones, con un sistema electrónico y plazos tasados, lo que permite una gestión más transparente de estas zonas.

¿Y en Almería qué?

Pues, por ahora, el decreto no declara ni amplía ninguna ZEC ni ZEPA frente al litoral almeriense. Sin embargo, eso no significa que nuestras aguas estén desprotegidas. La provincia cuenta con espacios ya integrados en la Red Natura 2000, como el LIC Fondos Marinos del Levante Almeriense o las zonas marinas del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, además de otras figuras como Reservas Marinas o Zonas de Especial Protección para las Aves ya vigentes.

Lo que sí plantea este real decreto es una oportunidad: si el Estado ha entrado a redefinir límites, fusionar espacios o ampliar áreas marinas en función de criterios científicos y ecológicos, ¿no sería el momento de revisar también el litoral almeriense?

Zonas como el entorno de San Andrés en Carboneras, la costa de Pulpí, Aguamarga, Los Escullos o incluso las praderas submarinas de la costa de Adra, podrían figurar en futuras ampliaciones si se sigue la lógica aplicada en el presente decreto.

Más complejo de lo que parece

El decreto aprobado el 24 de junio y firmado por el Rey y varios ministros —entre ellos el de Transición Ecológica y el de Agricultura, Pesca y Alimentación— deja claro que el mar ya no puede entenderse con categorías fijas. La protección medioambiental ha de responder a realidades dinámicas, como la migración de aves, las corrientes marinas o el cambio climático.

Y en ese contexto, sí: en Almería, aunque miremos al Levante, chapoteamos en agua que ha cruzado el Atlántico. No es un error de Google Maps, ni un capricho de los vientos. Es una realidad ecológica que recuerda lo pequeños que somos frente al mar… y lo mucho que tenemos aún que entender para protegerlo.

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