Ningún almeriense necesita comerse medio melón para hacerle la cata. Sin embargo, el PP de la Diputación de Almería ha gastado la mitad de su tiempo en este mandato -su medio melón- y si algo tenemos claro es que ha salido malo y no hay quien se lo coma.
Los gobernantes de Navarro Rodrigo hace tiempo que dejaron de tener contacto, si es que alguna vez lo tuvieron, con la realidad de la provincia. La pirotecnia, los stands y la propaganda no engañan ya a los almerienses.
Los municipios ven como los planes provinciales, uno de los buques insignia de la Diputación, siguen sin arrancar. Dos años después de que se iniciara esta corporación, las inversiones no llegan y los recursos en forma de millones se atrancan con un equipo de Gobierno más preocupado del aplauso fácil que de los verdaderos problemas de los almerienses.
A mitad de mandato sólo tenemos el nombre de algunos planes de inversión que, con más ruido que nueces, aparecen en el horizonte. Planes de inversión que el PSOE lleva años demandando, como el de Cementerios, Pabellones o incluso algunos viejos conocidos de la casa como el de Centros Sociales y de Mayores que el PP lleva 5 años para culminar.
La “legislatura del agua” hace aguas. En una provincia como la nuestra, donde el agua es el valor más preciado, el PP en la Diputación permite que GALASA pierda por fugas 9 hectómetros cúbicos al año o que municipios de nuestra provincia se abastezcan con camiones cisterna.
La cultura tampoco es ya cosa de todos, le está pasando como al deporte, que hace demasiado tiempo que empieza (y acaba) en el mismo lugar, para gloria de quien solo es capaz de ver en ella la foto en la portada del periódico, olvidándose de todos los almerienses que viven en nuestra provincia, especialmente en el interior. Y es que el PP no conoce otra manera de gestionar que la de las dos velocidades, por más que quiera vestirse con otra piel.
La apuesta por el cine almeriense está reducida por el PP provincial al número de autobuses fletados/pagados, mientras opaca festivales reconocidos internacionalmente como el Western Film Festival de Tabernas.
Y es que el palacio de Navarro Rodrigo no debería ser de ninguna manera contrapeso del Ayuntamiento de Almería, sino el oxígeno que da vida a toda la provincia, por más que le cueste entenderlo al presidente. Si todos lo tuviéramos igual de claro, este melón tendría otra cata.
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