www.noticiasdealmeria.com
Las vidas que a Trump importan
Ampliar
(Foto: DALL·E ai art)

Las vidas que a Trump importan

Por Rafael M. Martos
x
directornoticiasdealmeriacom/8/8/26
https://www.noticiasdealmeria.com
sábado 24 de mayo de 2025, 06:00h

google+

Comentar

Imprimir

Enviar

Add to Flipboard Magazine. Compartir en Meneame

Escucha la noticia

La reciente recepción del presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, por parte de Donald Trump ha dejado al descubierto, una vez más, el alarmante doble rasero del presidente estadounidense. Lo que debería haber sido un encuentro diplomático de cortesía se transformó en un circo mediático, donde Trump, con una mezcla de ignorancia y manipulación descarada, buscó fabricar una narrativa de "genocidio" contra granjeros afrikáneres blancos, exhibiendo vídeos de dudosa procedencia y sin la menor identificación ( ahorala prensa ha descubierto que las imágenes corresponden al Congo, no a Sudáfrica)... ¿tal vez sea cosa del sudafricano Elon Musk, tan encariñado con las fake news?

Es, cuando menos, irónico y profundamente preocupante que el mismo individuo que se plantea deportar a más de 200.000 ucranianos acogidos por Estados Unidos como refugiados tras la invasión rusa, se muestre tan dispuesto a aceptar a supuestos "refugiados" blancos de Sudáfrica. Trump ya ha acogido a varias familias de boer, presentándolos como agricultores blancos que "huyen" del "genocidio" que se está produciendo en Sudáfrica. Esta disparidad en el trato no solo es un insulto a la inteligencia, sino que revela una agenda política basada en la conveniencia y, posiblemente, en sesgos raciales. Trump no es que cambie el "Black Lives Matter" por el "White Lives Matter", es que incluso las vidas blancas importan, solo si encajan en su narrativa o le reportan un beneficio.

La afirmación de un "genocidio de granjeros afrikáneres" no tiene ningún respaldo objetivo. Periodistas y expertos han destacado la ausencia de datos concretos que sustenten las afirmaciones de Trump, más allá de los vídeos sin contexto que presentó. Es crucial recordar que Sudáfrica es una democracia establecida desde hace bastantes años, y la acusación de genocidio, tan grave, no puede ser lanzada al aire sin pruebas fehacientes. De hecho, el propio presidente Ramaphosa y miembros de su equipo, algunos de ellos blancos, estuvieron presentes en la reunión, lo que hace aún más ilógica la pretensión de Trump.

Si a proprociones vamos, en la foto oficial del encuentro se destaca que en el lado norteamericano solo hay hombres y son blancos, en el sudafricano, hay al menos una mujer que es negra, y varios hombres que son blancos ¿quién gobierna desde la desproporción?

La historia de Sudáfrica, especialmente el infame período del apartheid que terminó hace tres décadas, nos enseña sobre la injusticia de la posesión de la tierra, de lo que en Andalucía sabemos mucho. Durante el apartheid, la minoría blanca, que representaba el 7,3% de la población, poseía el 72% de las tierras, mientras que el 81,4% de la población negra poseía apenas el 4%. La reforma agraria en Sudáfrica, aunque compleja, busca corregir estas desigualdades históricas, no perpetrar un genocidio, y para eso están procediendo a la expropiación de tierras que permita generar nuevas oportunidades de progreso para todos. Ramaphosa ha enfatizado que la mayoría de las víctimas de crímenes en Sudáfrica son personas negras, lo cual es obvio puesto que más del 80% de la población lo es... negros serán la mayoría de los delincuentes, y negros la mayoría de las víctimas... es sentido común.

Es triste, pero para Trump, las vidas negras, que sufren la mayor parte de la violencia en Sudáfrica, parecen no importar. Lo que le interesa es la vida de unos pocos, aquellos que considera "blancos" y, presumiblemente, aquellos que le pueden reportar algún tipo de ganancia.

Pero la hipocresía de Trump no se detiene ahí. Mientras que un supuesto "genocidio" de unas pocas familias blancas adineradas en Sudáfrica le causa gran "rubor" y le impulsa a ofrecer asilo político, el genocidio televisado en directo que Israel está perpetrando contra la población palestina en Gaza, con más de 53.000 palestinos asesinados desde el atentado terrorista de Hamas, no parece conmoverle en lo más mínimo. Es el mismo Trump que ha sido consultado antes de los ataques de Israel y que ha mantenido una postura inquebrantable de amistad con Benjamin Netanyahu, un líder perseguido por los tribunales de su propio país y al que la Corte Penal Internacional le ha impedido salir del país si no quiere enfrentarse a una detención.

La encerrona que Trump le tendió a Ramaphosa en el Despacho Oval es un patrón de comportamiento. Se la hizo también en su momento a Volodymyr Zelenskyy, presidente de Ucrania, a quien reprendió por vestir una camiseta en lugar de traje. Sin embargo, esta "etiqueta" no se aplica a Elon Musk, quien habitualmente viste con camisetas en sus encuentros con Trump. Es decir, lo que vale para Musk no vale para Zelenskyy. Esta catadura moral inaceptable y el doble rasero permanente se ajustan a los intereses económicos y raciales de Donald Trump.

Probablemente, y conociendo ya como funciona la caja registradora que Trump tiene por cerebro, la acusación sobre Sudáfrica no es más que una forma de poner una queja anticipada, de tal modo que luego hará una sugerencia velada para a su homólogo en el sentido de que está dispuesto a "mirar para otro lado" a cambio de hacer negocios con él. Para Trump, las vidas, sean negras o blancas, solo parecen importar si le son útiles para sus propios fines.

Esta lamentable escena en la Casa Blanca no solo demuestra la falta de rigor y la tendencia a la desinformación de Donald Trump, sino que expone una preocupante selectividad en su empatía y sus prioridades políticas. Para Trump, la "justicia" y el "genocidio" parecen ser conceptos elásticos, adaptables a su agenda y a los intereses de aquellos que le convienen, sin importar la verdad o el sufrimiento de la gran mayoría. Es una actitud que deshonra la posición y el respeto que debería inspirar la Casa Blanca.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"