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El cristal con que se mira la feria
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El cristal con que se mira la feria

Por Rafael M. Martos
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miércoles 03 de septiembre de 2025, 06:00h
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Un año más, la Feria de Almería ha bajado el telón y, como si de un acto litúrgico se tratara, hemos asistido al rito anual del balance. Un ritual en el que cada actor político y social se pone sus propias gafas de sol, graduadas con el color de sus intereses, para contarnos su versión de lo que ha sucedido. Y, como siempre, resulta fascinante ver cómo una misma realidad, la de unos días de fiesta, música y reencuentros, puede ser descrita con tonalidades tan dispares.

El Partido Socialista, en boca de su concejal Antonio Ruano, es un cuadro digno de Goya en su etapa más oscura. Un lienzo de feria en blanco y negro donde todo era un desastre, una catástrofe que solo se salvaba por aquellos destellos de luz que, curiosamente, provenían de iniciativas ajenas al Ayuntamiento, según su versión. Los conciertos, los festivales... un éxito; las actividades culturales, maravillosas. Pero la autoría, según esta visión, recae exclusivamente en los promotores y asociaciones, como si el consistorio fuera un ente ajeno que pasaba por allí. Una crítica que omite una verdad fundamental: sin la iniciativa y el apoyo institucional, sin la infraestructura, la logística y los permisos que el Ayuntamiento pone sobre la mesa, esos eventos, simplemente, no existirían. Es como negarse a felicitar al jardinero por el color de las flores, mientras se ignora que él es quien ha preparado la tierra y ha regado cada planta... sin son bonitas, es por simiente, si son feas, cosa de quien las plantó.

Esta postura, además, presenta una incoherencia flagrante. El PSOE critica la falta de casetas tradicionales en la Feria de la Noche, pero se olvida de un pequeño detalle: ellos mismos retiraron la suya hace unos años. Resulta curioso exigir a otros que prediquen con el ejemplo cuando uno mismo ha guardado el púlpito en el trastero. Para revivir la feria nocturna se necesita un compromiso colectivo, no solo lamentos desde la barrera.

En el otro lado del espectro, encontramos a Vox. Su portavoz, Juan Francisco Rojas, ha optado por una estrategia más sutil, como la de quien se niega a valorar la comida para luego, sin rodeos, criticar el sabor. También lamentan la "herida" entre la Feria de Día y la de Noche. Y, de nuevo, la pregunta flota en el aire: ¿qué están haciendo ellos para coser esa brecha? Podrían, al igual que el PSOE, contribuir con una caseta en el recinto ferial. Porque pedir cambios sin involucrarse es un ejercicio de retórica que se desvanece ante la acción.

No todo es política en este análisis. La hostelería, motor económico de la ciudad, tiene su propia visión. Para Pedro Sánchez Fortún, presidente de la Asociación de Hosteleros de Almería, la feria de este año ha supuesto una "sangría" para el centro de la ciudad. Su argumento es contundente: la apuesta por el recinto ferial está vaciando de clientes a los bares y restaurantes del casco histórico. El traslado del pregón es, en su opinión, la prueba del algodón de esta política. Una crítica legítima, ya que representa a un sector que siente el impacto directo en su caja. Sin embargo, ¿no es la Feria, por definición, un evento que se expande y se transforma? La convivencia entre la tradición del centro y la modernidad del recinto ferial es el gran reto, y para ello se requiere un equilibrio delicado, no un simple trasvase de recursos.

En todo caso, véase la contradicción entre quienes lamentan el abandono del centro como lugar de feria porque se potencia el recinto de la Vega de Acá, y quienes afirman que no se hace nada por impular el Real.

Frente a todas estas críticas, la postura del concejal de Cultura, Diego Cruz, es, como era de esperar, diametralmente opuesta. Para él, el balance es positivo y rotundo. Y no seré yo quien se la dé ni quien se la quite, porque en realidad creo que todos tienen parte de razón. No se puede negar que el Ayuntamiento es el responsable de esta fiesta. La masiva afluencia de personas a los conciertos, la proyección de la gastronomía almeriense o el éxito de la muestra de alfarería, por mucho que se quiera atribuir el mérito en exclusiva a los profesionales, no habrían sido posibles sin la maquinaria municipal detrás. El consistorio es quien invita, quien organiza, quien apoya. Y eso es lo que, al final, permite que la magia de la feria suceda.

En definitiva, cada cual cuenta la feria según le va en ella. Los que llevan más de dos décadas sin ser los anfitriones de la fiesta, lógicamente, no tienen ningún interés en reconocer que la diversión ha sido un éxito. La crítica política, cuando es interesada, distorsiona la realidad. Y en esta tierra de sol y mar, donde la feria es un reflejo de nuestra identidad, es importante ver más allá del color del cristal con que nos la quieren pintar.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"