Sólo se puede concebir un apagón de estas características en países tercermundistas gobernados por dictaduras comunistas autocráticos que, además, presumen de autarquía; es decir, que no dependen del capitalismo imperialista. Así, con grandes recursos naturales y una potencialidad encomiable, han conducido a su pueblo y a sus habitantes a la miseria y al apagón cotidiano.
Lo ocurrido este 28 abril de 2025 es pura Agenda 20-30. Esto es lo que nos espera con las políticas “progresistas” y ecologetas. El negacionismo nuclear, el desmantelamiento de centrales térmicas de ciclo combinado (Carboneras), y la intervención ecologeta en los ríos y pantanos afectos a las centrales hidroeléctricas ha conducido a la confianza casi exclusiva en modelos energéticos llamados renovables.
El problema radica en la ausencia de control de la Red Electica Nacional sobre los aportes de la energía solar fotovoltaica y la eólica de los aerogeneradores. Estos aportes a la red eléctrica carecen de control y modulación, y pueden producir efectos nefastos ante un desequilibrio entre la producción energética y la demanda de consumo eléctrico.
Una central nuclear puede moderar el ritmo de la fisión; una central térmica de ciclo combinado puede aumentar o reducir la quema de combustible y una central hidroeléctrica puede abrir o cerrar las compuertas de flujo de agua. El problema llega cuando se tiene un ritmo de producción hidroeléctrica bajo; unos 3000 MW de nucleares; poquísima producción térmica y, sin embargo, debido a la alta insolación (más del 50% era generación fotovoltaica) y mucho viento (2000 MW sólo eólica) se alcanzaron picos descontrolados de producción y demanda, que el gobierno de Sánchez solucionó con la desaparición, por arte de magia, de la generación de 15 GW, que suponía el 60% de la demanda en ese instante, y todo sucede en un espacio de 5 segundos.
Cuando tienes dos tuberías que van llenando tu bidón de agua, tienes que ir consumiendo del depósito en función del flujo de agua que le va llegando por esas dos tuberías. Cada tubería tiene un grifo, que tendrás que abrir o cerrar según vayas consumiendo agua del depósito. Ocurre que una tubería tiene conocimiento del nivel de agua y el régimen de consumo de tu depósito. Esa tubería es la de las nucleares, hidráulicas y térmicas. La otra tubería es la de las renovables; o sea, la solar y eólica. Esa tubería no sabe cómo está el nivel de almacenamiento ni el consumo de tu deposito, pero no para de mandarte agua, sin saber si te hace o no te hace falta. Así, cuando hay una producción normal para la demanda de ese momento de las centrales clásicas, y de pronto se implementa un pico de producción de las renovables, será irremediable una sobretensión en las líneas eléctricas. En el caso del símil de las tuberías de agua, el depósito rebosará y se producirá una inundación.
Gracias al gasóleo funcionaron los hospitales y otros múltiples centros estratégicos para mantener el pulso de nuestra sociedad. Y la reposición del sistema eléctrico se activó gracias a las centrales térmicas, las hidroeléctricas y la nucleares, que nunca dejaron de funcionar.
Incomprensiblemente, los bancos y cajas no podían operar aun pasadas treinta horas del apagón. Y es que creemos que tenemos nuestro dinero disponible en el banco, pero es el banco el que tiene nuestro dinero en su poder.
En fin. Ante esta inestabilidad de la red eléctrica. Ante las políticas negacionistas de progresistas ecologetas. Ante la ausencia de sincronización de las renovables para el mix energético. Y, ante la ineptitud, apagón informativo, irresponsabilidad y desfachatez de este gobierno sanchista, el problema no es lo que ha pasado y por qué ha pasado. El verdadero problema es la certeza de que, con esta gente, volverá a pasar… y será peor observando al pie de la letra la nefasta Agenda 2030.