www.noticiasdealmeria.com
Gobernar sin Gobierno
Ampliar

Gobernar sin Gobierno

Por Isaac M. Hernández Álvarez
miércoles 29 de octubre de 2025, 12:36h
Add to Flipboard Magazine. Compartir en Meneame

Escucha la noticia

Cuentan que cuando el Imperio Romano comenzó su declive, los emperadores seguían organizando desfiles triunfales, aunque ya no ganaban batallas. Las legiones estaban dispersas, los aliados se rebelaban y el oro escaseaba, pero Roma y su imperio mantenían la ceremonia, aquel tan nombrado ‘pan y circo’. Había que dar la imagen de poder, aunque el poder real ya no existiera. Hoy, dos mil años después, España asiste a su propia versión moderna de aquel espectáculo donde el Gobierno sigue desfilando, aunque ya no gobierna, o sí.

Pedro Sánchez se aferra a la Moncloa con la misma serenidad con la que los emperadores agotaban los aplausos del Senado. Su mayoría parlamentaria se ha evaporado con la ruptura definitiva de los catalanes de Junts, y la legislatura se sostiene, más que por convicción, por inercia. Cada ley se convierte en una odisea, cada votación en un sudoku político. Pero el presidente español, con su libro político manual de resistencia, sigue y sigue. Como esas pilas que prometen durar para siempre, resiste al desgaste, a los socios y a toda lógica. Lo paradójico es que fue él mismo quien advirtió que “un Gobierno sin presupuestos no puede gobernar”. Hoy, sin Presupuestos y sin aliados sólidos, si es que algún día lo fueron, se aferra, en el coliseo del congreso, al reloj que marca los tiempos de la política nacional.

El emperador Sánchez sigue y sigue, mientras, desde Waterloo, Puigdemont acusa al presidente de todos los españoles, de seguir en la poltrona, pero lo cierto es que él y los suyos tampoco parecen tener prisa por levantarse de la suya. Junts juega, o eso cree, a la épica desde la arena de la comodidad. Dice mucho, hace poco o nada y actúa sólo cuando la calculadora y la fuga de gladiadores independentistas se lo permiten. El partido se ha convertido en una promesa de nada. Sus votantes, mientras tanto, contemplan la función con grandes aires de desilusión. Lo que prometía ser un desafío histórico ha terminado en rutina parlamentaria, un querer y no poder. De ahí que Alianza Catalana siga ganando terreno canalizando el descontento de quienes sienten que el independentismo institucional se ha domesticado. El general de todos los ejércitos, Pedro Sánchez, con su estrategia del sí y del no, ha ganado al relato del independentismo. Ya ni Junts ni ERC representan la rebeldía, sino la sumisión y al mismo tiempo la comodidad.

En contraste, María Guardiola, en la gran batalla de Extremadura, ha hecho lo que otros evitan, reconocer que sin presupuestos no se puede gobernar y convocar elecciones. Lo ha hecho frente al silencio y la pasividad de Vox, que ha preferido no asumir costes políticos. Su decisión, quizás coherente pero arriesgada, marca una línea moral que contrasta con la obstinación de la Moncloa. Lo que en Extremadura aparentemente es dignidad, en Madrid es resistencia por inercia. A Feijóo, esta preparación bélica, antes de la gran guerra nacional, le viene bien, sabrá por dónde vienen los tiros de VOX en esta especie de plebiscito extremeño. Más lejos, en las tierras del oriente hispano, en la batalla Valenciana, Carlos Mazón sigue resistiendo pese a las contradicciones, los cambios de versión y las víctimas que aún esperan respuestas un año después de la DANA. Su gestión se tambalea, pero el presidente no se mueve. Y mientras tanto, el presidente del partido popular observa y calla, como si el desgaste valenciano no tuviera consecuencias. Vox, entretanto, pesca en ese río revuelto y erosiona voto a voto el espacio de un PP que pierde campos, pueblos y territorio de derechas ante el clamor popular.

El sur tampoco vive su mejor momento. En Andalucía, los polémicos cribados sanitarios y las torpes declaraciones del nuevo consejero de Salud han puesto en aprietos al gobierno y los soldados de Juanma Moreno Bonilla, hasta ahora modelo de estabilidad. Lo que parecía una gestión sólida empieza a mostrar grietas y puntos débiles de la gran muralla del castillo de San Telmo. La oposición percibe la debilidad y el desgaste, atacan apoyados por ejércitos y multitudes al comandante andaluz, que se ve obligado a apagar incendios internos antes de que el fuego llegue a su propio pretorio.

Los ecos del adelanto electoral en Extremadura llegan también a las tierras altas de Castilla y León y de Aragón, donde los gobiernos autonómicos observan con inquietud si deben prepararse para abrir de nuevo el coliseo de los gladiadores. Si Guardiola no ha resistido sin presupuestos, ¿qué harán ellos cuando la tensión interna y la dependencia de las legiones de Vox se agraven? Nadie lo dice en público, pero todos miran de reojo el calendario. A todas estas, los medios viven un festín informativo. Hay demasiada actualidad y demasiada revuelta política, no dan abasto. Filtraciones, guerras por el mejor titular y giros de guion, provocan que los periodistas hagan lo que puedan por actuar de contrapoder, aunque a veces parezca que sólo acompañan el ruido. Cuando todo es noticia, nada es noticia. Ruido.

Si, España se ha convertido en un gran imperio donde nadie gana, pero todos resisten. En ese foro del poder, Pedro Sánchez reina, pero no gobierna, sonríe ante las cámaras, mantiene el gesto y confía en que el tiempo siga jugando a su favor. El presidente gobierna sin gobierno, pero sigue y sigue como aquel imperio romano.

Isaac M. Hernández Álvarez

Consultor de Comunicación y Marketing Político