Pensaba escribir un artículo sobre esa moción de “respetar nuestras tradiciones” que en realidad es una versión artesanal de censor islámico de Vox, tuneada por el PP. Pero he cambiado de opinión. Hoy no escribo sobre xenofobia, ni sobre racismo ni sobre islamofobia que destila todo aquello que la irresponsable ultraderecha toca. Hoy escribo sobre la torpeza monumental de Seve González, la alcaldesa de Jumilla. Porque para caer en esa trampa solo hace falta una habilidad impresionante... por eso debe dimitir, más allá del contenido propio de la moción. Su torpeza política ha sido monumental..
Hagamos memoria rápida: el 28 de julio, Vox presenta una moción para vetar las celebraciones musulmanas en espacios públicos. El PP la blanquea con una enmienda que restringe el uso de instalaciones deportivas solo para actividades deportivas u organizadas por el Ayuntamiento. Y sale adelante gracias al voto de calidad de la alcaldesa . Resultado: se expulsa el rezo del fin del Ramadán y la Fiesta del Cordero de sus lugares habituales, donde siempre se hizo bajo permiso municipal, y sin que conste que nunca jamás haya existido ningún problema.
La cosa era muy simple. Si como reconoce la alcaldesa ahora, la moción era inconstitucional, y además están trabajando en una ordenanza reguladora de la cesión de los espacios deportivos, pues tenía todos los ingredientes para votar en contra... pero votó a favor y Vox se abstuvo.
¿Y ahora qué dice la alcaldesa? Que no han prohibido nada, que los musulmanes pueden rezar en otros espacios “con informes técnicos” y que “quien conoce Jumilla sabe las alternativas”. Vamos, que cambia “veto” por “otras vías”, “deriva islamófoba” por “respeto a la identidad”... Una jugada de prestidigitación verbal que haría sonrojar a cualquier ilusionista.
No es casualidad ni un despiste verborreico. Es pura torpeza política —ese prodigio que consiste en no prever lo obvio— lo que le ha jugado una mala pasada a Seve González. Y es que la función de los políticos es solucionar problemas, no generarlos, y eso es lo que sistemáticamente hacen algunos, y en esta ocasión la propia alcaldesa. Insisto, ella misma reconoce que no ha habido nunca conflictos con este asunto... y va ella y contribuye a producirlo. Llegó al laberinto y, sorpresa, se quedó atrapada.
La jugada fue tan burda como previsible: Vox presenta la moción, el PP la blanquea con su enmienda —que restringe el uso de los polideportivos a actos deportivos o promovidos por el Ayuntamiento—, y el concejal de Vox se abstiene para después presumir de victoria como si hubiera impulsado una prohibición.
La Conferencia Episcopal defiende la libertad religiosa y tacha la medida de discriminatoria. También han alzado la voz la Federación de Comunidades Judías de España: “Vulnerar la libertad religiosa es un grave retroceso democrático”.
La moción original y la blanqueada no hay por donde cogerla, pero ese es otro tema.