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La Generación Cero del Andalucismo
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La Generación Cero del Andalucismo

Por Rafael M. Martos
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miércoles 29 de octubre de 2025, 06:00h
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Las Jornadas Científicas 'LX Aniversario de la Segunda Generación Andalucista' que estos días acoge la Universidad de Almería han sido, a todas luces, un éxito. Y no solo por la presencia del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, en el acto de inauguración del lunes 27 de octubre. El verdadero calado de la cita reside en haber reunido en la provincia a los protagonistas directos del andalucismo político durante la Transición, como Alejandro Rojas Marcos, auténtico artífice de aquella apuesta, junto a figuras clave como Pedro Pacheco Herrera y Miguel Ángel Arredonda.

Aquella militancia, minoritaria en sus inicios y vertebrada en distintas formaciones (desde Alianza Socialista de Andalucía - ASA- hasta el posterior Partido Andalucista -PA-), logró la gesta histórica de que Andalucía alcanzara su autonomía por la vía de máximo nivel, el célebre artículo 151 de la Constitución Española, equiparándose a las entonces denominadas "nacionalidades históricas". Reivindicaron la figura de Blas Infante Pérez y rescataron los símbolos fundamentales de la Comunidad Autónoma: la bandera, el escudo y el himno. Como bien subrayó Rojas Marcos en su momento, aquella generación, aunque políticamente no fue nunca una opción ganadora pese a obtener grandes resultados, ganó en el ámbito identitario y en la articulación territorial de Andalucía. Ganó, porque al final, les imitan hasta quienes les vilipendiaron.

Sin embargo, y en mi constante afán por revolver los archivos de la historia, me resulta inevitable cuestionar el concepto de "Segunda Generación". Si se considera a Blas Infante y los regionalistas/nacionalistas de principios del siglo XX como la primera, y a Rojas Marcos y sus aliados como la segunda, ¿dónde dejamos a quienes encendieron la mecha mucho antes? Hablo de lo que bien podríamos denominar la Generación 'Cero' del Andalucismo, un eslabón omitido que demuestra que el anhelo autonomista no fue un capricho de intelectuales ni una moda de la Transición, sino una constante histórica de reivindicación.

Esta omisión es sangrante, especialmente en un Estado donde a los andaluces se nos ha negado históricamente, si no el pan y la sal, sí el reconocimiento de una identidad con derechos e historia propia.

Para entenderlo, basta con citar dos ejemplos de la España del siglo XIX que anteceden en décadas a Infante (y de la que él proclamaba heredera su línea política) y a la propia generación de la Transición:

  1. La Constitución de Antequera (1883): En plena efervescencia republicana, se redactó un proyecto constitucional para "los cantones regionados andaluces". Aunque nunca llegó a entrar en vigor, su texto es revelador. Su artículo primero era una declaración de intenciones que define a un sujeto político anterior al Estado autonómico actual. Literalmente, rezaba: "Andalucía es soberana y autónoma, se organiza en una democracia republicana representativa y no recibe poder de ninguna autoridad exterior a la de las autonomías cantonales que se instituyen en este pacto." La aspiración a la soberanía ya se proclamaba en 1883.

  2. La Sublevación Federal de 1873: Diez años antes, en el convulso marco de la Primera República Española y el estallido de la Revolución Cantonal, los federales andaluces protagonizaron una sublevación con un alto contenido de autonomía. Su Manifiesto de los Federales Andaluces se proclamó "en el bastión inexpugnable de Despeñaperros", donde declararon la independencia del Estado andaluz y no reconocían más autoridad que la emanada de los cantones. Aunque fueron militarmente derrotados (en aquel momento por las tropas enviadas por el Gobierno del Estado, presidido por el almeriense Nicolás Salmerón Alonso que acabó militando en el nacionalismo catalán, y comandadas por generales como Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque y Arsenio Martínez-Campos Antón), el hecho histórico es innegable. Existió un movimiento con un claro objetivo de autodeterminación.

Estos antecedentes, la Generación 'Cero' (los federales de 1873), son un recordatorio de que la reivindicación de un espacio político y administrativo propio para la Comunidad Autónoma Andaluza es anterior a Blas Infante y a la Segunda Generación. El andalucismo no surgió de la nada, fue la cristalización de un sentir que late en el sur del Estado español desde hace, al menos, 150 años. Y es que para que hace siglo y medio se produjera ese movimiento tan potente, era necesario un magma recalentado durante otro siglo hasta su estallido en el diecinueve.

El hilo conductor de estas "generaciones" es la negación de la supuesta tesis de que la identidad andaluza es una construcción tardía. Resulta, cuanto menos, paradójico que quienes defienden la unidad del Estado español como "nación" sean incapaces de admitir las diferencias entre un coruñés y un almeriense, o entre un vasco y un andaluz, mientras levanta una frontera infranqueable entre un almeriense, un onubense o un malagueño.

La historia, sin embargo, nos pone delante el espejo de la continuidad. Hemos asistido a una primera, una segunda y a la que yo llamo Generación 'Cero', que demuestra que el deseo autonomista es una constante histórica, un constante rechazo al centralismo y la ninguneo extractivista que supone. La presencia de estos líderes en la Universidad de Almería subraya el valor de sus logros, pero también debería servir para mirar más atrás, para entender que el andalucismo siempre ha estado ahí, esperando su momento histórico para dejar de ser minoría y convertirse en vanguardia.

Y la pregunta que queda flotando en el ambiente, a la luz de los movimientos y tensiones actuales del Estado, es si no estaremos ya a las puertas de presenciar, en algún momento no muy lejano, una Cuarta Generación Andalucista. Y en ese caso ¿estará a la altura?

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería y Coordinador de la Delegación en Almeria de 7V Andalucía

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"