Leiva y su imbatible repertorio brindan un feliz final de Feria de Almería desde el Recinto de Conciertos La última de las nueve noches de Feria de Almería contaba en el Recinto de Conciertos con una de las citas más esperadas: el concierto de Leiva en el marco de la gira ‘Gigante’. Una velada en la que contaría con la apertura del malagueño Sarria y que presagiaba desde el primer día una excelente entrada y las mejores prestaciones, avalado por un disco sobresaliente, el crecimiento en producción y el rodaje de una banda infalible. Todo ello en el marco de la programación especial coordinada desde el Área de Cultura, Tradiciones y Fiestas Mayores del Ayuntamiento de Almería y en este caso con producción local de Crash Music.
El malagueño Sarria ha sido elegido como telonero de Leiva en ocho fechas, entre ellas Almería, donde anoche compartió temas de su debut ‘El mundo es cruel (pero creo en él)’ que tan buenas ha generado en público y crítica, con uno de los proyectos más personales y prometedores del nuevo rock en español. Estas primeras canciones, como buen autor rockero, están teñidas de referencias autobiográficas y Sarria lo adorna de una atmósfera atemporal en la que se pueden ver destellos de funk, psicodelia, pop rock y algo de raigambre y tradición, a veces de acá y otras de allá.
Abrió con ‘Mala racha’ presentando sus credenciales redentoras de forma accesible y melódica, siguió con la castiza ‘Mi amor no se vende (se regala)’, entró en terrenos más funk con ‘El agujero’ y para terminar el viaje de la primera parte del concierto completó con los tintes psicodélicos de ‘Algo bueno va a venir’, aprovechando al máximo su tiempo de actuación.
Con un sonido equilibrado entre la distorsión y la organicidad más nítida, para la segunda parte todavía quedaría la entregada ‘A tu vera’, la más reciente ‘Lo que ves es lo que hay’, presentada como single este mismo año, con gran golpeo y sólida base rítmica y algo de rock americano, ‘Química inestable’, que pasa por ser la más escuchada de su obra hasta la fecha y cerrando con ‘Flor’.
Leiva, estado de gracia
Con diez minutos de cortesía para que el público de los accesos pudiera entrar a tiempo, el concierto de Leiva arrancó tras la ya habitual cuenta atrás de diez minutos en el cronómetro proyectado en el escenario. Algo infrecuente pero verdaderamente útil para que el público mida sus intenciones en cuanto a acercarse a la barra, cena o servicios. Todos listos y ávidos de ‘Leiband’ y Leiva cuando el contador llega a cero.
‘Bajo presión’ fue la encargada de abrir la actuación, con algo de misterio y aparición escalada de músicos y, claro está, su protagonista principal, que pronto agarraría su guitarra (Fender siempre para él, Gibson siempre para Juancho, su hermano y ‘partenaire’ de escenario y vida) para enlazar con ‘La lluvia en los zapatos’ y ‘Gigante’, que pese a su juventud ya hace honor a su nombre a tenor de cómo se celebró entre las miles de personas asistentes.
Sin prisa pero sin pausa, Leiva ha forjado ya un repertorio más que notable con el que construir un repertorio infalible. La afilada ‘Lobos’ y la airada ‘Terriblemente cruel’, de imbatible fraseo y estribillo, son claro ejemplo. Un alarde de ‘Superpoderes’ –otro himno- de Leiva y los suyos, siempre honestos y al borde del ‘Sincericidio’, liberado en un medio tiempo hermoso como el de ‘Breaking Bad’.
La escenografía equilibrada de los ocho componentes de la banda, los juegos de luces, la pantalla circular central y las pantallas laterales, daba como resultado una gran puesta escena que se aprovechó y lució en muchas de las canciones. Como en ‘El polvo de los días raros’, donde el círculo simuló bien ese soniquete de teclas a lo carrusel de feria. Una canción con múltiples referencias biográficas, como la del ojo perdido en ‘Ángulo muerto’, que Leiva dejó que cantara el público mientras él se lo tapaba con la mano. Un tema de narrativa al estilo Sabina… O que quizá sea fácil imaginar en su voz si tenemos en cuenta que Leiva es su mano derecha en la última década.
Tras ‘Flecha’, el concierto cogería velocidad y un plus de distorsión con ‘Cortar por la línea de puntos’ y una versión del ‘You never can tell’ de Chuck Berry, convertida en ‘¿Quién lo iba a suponer?’ a partir de una adaptación de Santiago Auserón, “nuestro Elvis Costello”, comentó Leiva que añadió al terminar “qué gustazo tocar esta canción en tiempos de reggaetón”.
Los modos más melódicos volverían en ‘Vis a vis’ y la cineasta ‘La llamada’, donde lució el arreglo de guitarra acústica antes de entrar en el rebato final o ‘No te preocupes por mí’ y su coda creciente. Todo quedaba listo para el primero de los finales, que llegaría de la mano con tres canciones recuperadas de los tiempos de Pereza: ‘Como lo tienes tú’, cerrada de forma magistral con múltiples colores en escena y los coros de ‘Hey Jude’ de The Beatles, ‘Estrella Polar’, donde ‘se humanizó’ al olvidar un par de versos de la letra, y ‘Lady Madrid’, donde se sumó Nacho Sarria a cantar.
Para los bises quedarían otros temas. El primero, reciente, ‘Caída libre’, la canción con la que consiguió para el disco al colaboración de Robe, muy selecto siempre a la hora de realizar cameos. Bendecida por el extremeño, el tema consigue poner los pelos de punta desde la narrativa de una persona que busca y encuentra la luz tras haber tocado fondo. Siguió con ‘Como si fueras a morir mañana’, un ‘carpe diem’ de manual, y la ya intergeneracional ‘Princesas’, de Pereza, donde presentó a la banda (Juancho, César Pop, Manolo Mejías, Tuli, Gato Charro, José Bruno y Mariana Pérez) y hasta se marcó un pequeño escarceo por el riff de ‘Smoke on the water’ de Deep Purple.