Solo en el lunes 18 de agosto, ayer mismo, en Almería se producían al menos tres incendios en mayor o menor grado. Un conato en Níjar, y dos fuegos en Gérgal y Cantoria. Ahora que el territorio peninsular está siendo arrasado por el fuego, la provincia de Almería parecía estar a salvo, pero no ha sido así.
Hay que recordar que ha sido históricamente un territorio vulnerable a los incendios forestales, con un registro de eventos que han dejado una profunda huella en su paisaje y en su gente. A lo largo de la historia, desde el enigmático suceso de Laroya en 1945 hasta los recientes incendios de Níjar y Enix en 2024, la provincia ha enfrentado desastres ígneos de gran magnitud.
Estos sucesos, que se intensifican en los meses de verano, tienen en común la combinación de condiciones climáticas adversas y una elevada acumulación de combustible vegetal, factores que han incrementado la vulnerabilidad del territorio. El abandono de tierras agrícolas y la reducción del pastoreo han contribuido a este aumento de la biomasa, creando un escenario de riesgo elevado que exige un enfoque de gestión integral.
Los misteriosos Fuegos de Laroya de 1945
El verano de 1945, la localidad de Laroya en el Valle del Almanzora fue escenario de un fenómeno anómalo, conocido como los "Fuegos de Laroya". Se registraron más de 300 incidentes de ignición espontánea a lo largo de dos meses, con un pico de cien focos el 24 de junio. Las llamas, descritas como de color "rojo verdoso y de poca intensidad", reaparecían de forma repentina y afectaron no solo a campos y objetos de los campesinos, sino también al interior de habitaciones cerradas. Un episodio particularmente impactante fue la combustión espontánea del delantal y la ropa de una niña de cuatro años mientras se encontraba en su cama.
Una investigación oficial de 1946 descartó causas como la actividad volcánica, fenómenos geológicos o eléctricos, o la mano del hombre, dejando el origen de los sucesos sin una explicación concluyente. Estos incidentes, que cesaron tan misteriosamente como comenzaron, generaron una profunda angustia en la ciudadanía, que temía una "maldición" o una "plaga bíblica". El suceso, que provocó la destrucción de pajares, mobiliario y alimentos, constituye una anomalía histórica que resalta la diversidad de manifestaciones que el fuego puede adoptar y el impacto psicológico y social que pueden generar los fenómenos no comprendidos.
Sierra de Gádor, una catástrofe provocada en 1991
El 24 de agosto de 1991, la Sierra de Gádor sufrió uno de los incendios más catastróficos de su historia, que devastó más de 8.000 hectáreas de monte y que ha sido calificado como el incendio más importante del siglo XX en Andalucía. La investigación posterior confirmó que fue "provocado deliberadamente por la mano del hombre" y se originó en siete focos distintos de forma simultánea. Las condiciones meteorológicas con fuertes vientos y la abrupta orografía del terreno complicaron las labores de extinción.
Las consecuencias ecológicas fueron devastadoras, afectando principalmente a matorral, monte bajo, encinas y pinos de repoblación. La pérdida de biodiversidad fue significativa, con la muerte de camaleones, perdices, liebres y jabalíes. El incendio generó una densa columna de humo visible en un radio de más de 30 kilómetros, y cerca de un centenar de personas tuvieron que ser evacuadas de sus cortijos. Más de 500 personas en tierra, apoyadas por avionetas y helicópteros, trabajaron en la extinción. Este suceso subraya cómo la acción humana, ya sea intencionada o por negligencia, es un factor recurrente y crítico en la historia de los incendios.
El incendio de Líjar de 1994 y la gestión del territorio
El verano de 1994, considerado trágico a nivel nacional por los incendios forestales, afectó gravemente a Almería con un siniestro en la Sierra de Filabres que se inició en la localidad de Líjar. El fuego, cuyo origen se situó en un vertedero de basuras y residuos del municipio, afectó a los municipios de Albanchez, Chercos, Lubrín y Cobdar, y arrasó 7.419 hectáreas de pino carrasco y matorral.
El fuerte viento y el terreno abrupto dificultaron enormemente los trabajos de extinción, obligando a suspender temporalmente el uso de medios aéreos. El impacto humano incluyó la evacuación de un centenar de personas de sus cortijos. La respuesta de los servicios de emergencia movilizó a cerca de 200 personas y medios terrestres y aéreos. El origen del incendio en un vertedero municipal pone de manifiesto cómo las prácticas humanas, incluso la gestión de residuos, pueden ser detonantes de catástrofes ambientales, especialmente en un paisaje tan frágil como la Sierra de Filabres, ya afectada por el abandono de cultivos.
El gran incendio de Sierra Cabrera de 2009
En 2009, la provincia de Almería fue golpeada por otro gran incendio en la Sierra Cabrera, entre los municipios de Turre y Mojácar. Este siniestro calcinó una extensión de alrededor de 4.500 hectáreas de matorral. Las causas del fuego presentan dos hipótesis contradictorias: una tormenta seca con caída de rayos, y una negligencia en la manipulación de unas colmenas de abejas.
El impacto humano fue considerable, con el desalojo de cientos de vecinos y el traslado de unas 1.500 personas de núcleos de viviendas en Turre y Mojácar a municipios vecinos. Más de veinte cortijos fueron destruidos por las llamas. El dispositivo de extinción incluyó 105 especialistas, 25 medios aéreos y personal de la Unidad Militar de Emergencias (UME), la Guardia Civil y bomberos. El fuerte viento y el denso humo complicaron significativamente las labores. La ambigüedad en la atribución de la causa de este incendio subraya la complejidad de las investigaciones post-incendio, donde pueden concurrir tanto factores naturales como antropogénicos.
Incendios de Níjar y Enix en 2024: un año negro
El año 2024 ha sido calificado como un "año negro" para la provincia de Almería en términos de superficie quemada. El incendio de Níjar en junio, en el paraje El Jabonero, se convirtió en el incendio forestal más grande de Andalucía de ese año, calcinando 1.800 hectáreas, compuestas en su mayoría por espartales. Las primeras indicaciones apuntaron a un rayo como origen, y las condiciones de fuertes vientos y altas temperaturas dificultaron la estabilización del fuego.
En febrero de ese mismo año, la Sierra de Gádor fue nuevamente afectada por un incendio en el municipio de Enix, que calcinó alrededor de 400 hectáreas de matorral. Las primeras hipótesis sobre la causa apuntaron a la caída de un tendido eléctrico debido a las fuertes rachas de viento. La escala de ambos incendios, y la magnitud del de Níjar en particular, indican una tendencia preocupante hacia una mayor severidad de estos eventos en la provincia, lo que sugiere que las estrategias de prevención y respuesta necesitan una reevaluación y adaptación frente a temporadas de incendios más intensas y frecuentes.
Evolución de las políticas de gestión
La historia de los grandes incendios ha sido un catalizador para la evolución de las políticas de prevención y gestión en la provincia y en toda Andalucía. La experiencia ha llevado al desarrollo de un marco normativo y operativo cada vez más robusto, incluyendo el Plan Infoca, el servicio de extinción de incendios forestales de Andalucía. Las estrategias se centran en la reducción de la siniestralidad, la promoción de paisajes más resistentes al fuego y la minimización del riesgo para las personas e infraestructuras.
Aunque la capacidad operativa del Plan Infoca ha crecido significativamente, la persistencia de incendios de gran magnitud sugiere que aún existen desafíos en la implementación de medidas proactivas de gestión del paisaje y en la disuasión de causas humanas. El llamamiento a la concienciación pública y la colaboración ciudadana a través del número de emergencias 1-1-2 son pilares importantes en la estrategia actual, reforzando la necesidad de un enfoque multifacético que combine la gestión activa del territorio con la educación y la respuesta de emergencia.