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Mejor ser gilipollas

Por Jose Fernández
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jueves 23 de septiembre de 2021, 13:42h

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No sé si a la desconcertante ministra Reyes Maremoto, esa que piensa que una erupción volcánica que sepulta pueblos y fincas puede ser un espectáculo maravilloso, esto que voy a contar ahora le resultará también una visión fascinante, aunque me da igual. Y es que no hay escena más hipnótica que ver a un progre escenificando su malestar por haber sido insultado o maltratado en las redes, en la prensa o en tribuna parlamentaria. Objetivamente, que te pongan a parir no es plato de gusto para nadie y debemos ser vigilantes con la pérdida de formas y límites. Sin embargo (y les recomiendo hacer la prueba) pocas cosas son tan divertidas como repasar la trayectoria declarativa de quien se queja o amohína por haber leído o escuchado algo incómodo.
No falla. Quienes expresan con mayor vehemencia su malestar buscando el apoyo conmiserativo y solidario del público suelen caminar por una senda empedrada de sólidos desmanes declarativos contra otras personas o instituciones. Una de las señas de identidad del progresismo español es la exigencia simultánea de impermeabilización y el título de propiedad de la manguera. Ellas y ellos pueden poner a escurrir a quien quieran, como estimen oportuno, en los medios y formas que más les convengan y todas las veces que lo consideren necesario. Pero ojo; mucho cuidado con que alguien se atreva a devolverles la visita declarativa en similares o parecidos términos. Quien se atreva a no asumir su pretendida condición de arbitraje ético y tenga además la insolencia de mostrar algún tipo de discrepancia con su discurso oficial, recibirá el tratamiento disciplinario prescrito: sufrirá el acoso de la bandada del plumaje enhiesto, que le dedicará los arrullos propios de su especie: que si el odio, que si Franco, que si no pasarán , etcétera.
Por ejemplo, la prensa viene hoy calentita con las reacciones a un incidente parlamentario entre una diputada socialista y un diputado de VOX, que acabó llamando “bruja” a la señora. Feo gesto que malpara la necesaria cortesía parlamentaria, aunque los más recalcitrantes podrán recordar ahora, sin temor a equivocarse, que muchas parlamentarias socialistas reclaman para sí la inquietante condición de “nietas de las brujas que no pudisteis quemar” (sic). Naturalmente, toda la florifauna habitual ya ha desembarcado en la zona de conflicto hablando exactamente de todo eso que les decía antes: que si la derecha, que si el odio, que si la caverna, etcétera, sin que de nada sirva la minuciosa relación de insultos y descalificaciones (entre ellos también el de “bruja”) recibidos por los miembros de esa formación política. Ya saben: la parte anche del embudo es siempre para ellas y ellos, mientras que la estrecha es para el resto. Y además, por decreto.
Pero no hace falta irse a Madrid para comprobar esto que digo. Perdonen el feo recurso de la autocita, pero es que el Grupo Municipal del PSOE ha presentado un escrito oficial en el que exigen que me retracte de haber insultado en LA TERTULIA de INTERALMERIA al concejal socialista Antonio Ruano. No quiero aburrirles innecesariamente, pero el señor Ruano considera que en el transcurso de un programa le llamé “gilipollas”, lo cual debería acarrear una severa reconvención por parte del alcalde (en mi condición de asesor municipal) y una serie de “medidas disciplinarias”. Francamente, el gusto de los progresistas por la sanción, la prohibición y la penitencia encontraría natural acogida en la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es el organismo sucesor de la Inquisición. Pero bueno, no nos desviemos.
Yo no llamé “gilipollas” al señor Ruano en ese programa. Simplemente dije, al comentar la desairada posición en la que el concejal había quedado tras publicar un video manipulado por el PSOE de unas palabras del alcalde en el que se daba a entender que decía justo lo contrario de lo que en realidad estaba diciendo el primer edil, que quien así actúa queda retratado como un gilipollas en cuanto se ve el video original y sin cortes y se comprueba así la grosera manipulación. Pero al concejal Ruano le parece que yo le he llamado “gilipollas” y pide que rectifique.
Con todo placer. La precisión léxica es una herramienta necesaria que enriquece los textos y ensancha los horizontes. Y sería injusto decir que el señor Ruano es gilipollas. El estúpido o lelo tiene siempre el eximente de la debilidad intelectual y la incapacidad de juicio. Por lo tanto, no parecería cortés ni ajustado aplicarle esta condición al mencionado Ruano, que se anuncia en las redes como “abogado, presentador y concejal del PSOE”. En un cargo público que comparte y asume un video manipulado, desde la plena consciencia de que se trata de una falsificación publicitada con ánimo doloso, no cabe el atenuante de la idiotez. Por lo tanto, y sin ánimo de ser prolijo, quien así actúa es embustero, tramposo, falaz, farsante, trolero, calumniador, fulero y cuentista. Lo mejor para ser concejal, vamos. En fin, qué quieren que les diga. Casi que preferiría ser simplemente gilipollas.
PD/ Me ha quedado un poco largo, pero conviene destacar que el Grupo Socialista y sus afluentes me distinguen casi diariamente con su desafecto. Para que se hagan una idea, les recopilo brevemente alguna de las cosas que escriben, dicen o comparten habitualmente sobre mí: facha, homófobo, clasista, despreciable, indigno, machista, arrastrado, sinvergüenza, sectario, cínico, miserable, estómago agradecido, vomitivo, inmundicia, pesebrero y rancio. Me falta alguno, pero me da igual. Ni me quejo, ni lloro, ni pido que se tomen medidas. Que sigan, que aquí me tienen.

Jose Fernández

Periodista.Asesor de Prensa
en el Ayuntamiento de Almería.