Veinte años. Quién lo diría... pero no, no voy a hablar de nuevo del AVE. Parece que fue ayer cuando Almería entera vibraba, cuando las calles olían a nuevo y a ilusión, cuando nos preparábamos para acoger los XV Juegos Mediterráneos. Y ahora, dos décadas después, el Ayuntamiento de la capital, la Diputación Provincial y la Junta de Andalucía, las tres instituciones gobernadas hoy por el Partido Popular, se disponen a conmemorar aquella gesta. Hay que decirlo alto y claro, y con un punto de orgullo que el tiempo no borra: fueron los mejores Juegos Mediterráneos de la historia hasta ese momento, y me atrevería a decir que de los que hemos visto después. Aquello brilló con luz propia.
Pero la memoria, caprichosa ella, a veces tiende a simplificar, a edulcorar los recuerdos. Se desempolva ahora aquel lema, nacido mucho antes de que un partido político lo adoptara, aquel grito de ánimo que fue el "Juntos Podemos". Un lema que buscaba sacudir a una sociedad almeriense a menudo tildada de apática, convencerla de que éramos capaces de sacar adelante un desafío de esa magnitud. Y vaya si lo hizo. Nos empujó, nos unió en un objetivo común, nos hizo creer. Pudimos.
Sin embargo, cuando hoy, desde estas tres administraciones hermanadas bajo las mismas siglas, se evoca aquel espíritu y se nos anima a pensar que "juntos seguiremos pudiendo", algo chirría en el recuerdo. Porque si echamos la vista atrás con honestidad, la verdad es que sí, pudimos, pero no fue exactamente "juntos". Fue "casi juntos".
Recordemos, sin ánimo de hurgar en viejas heridas pero sí de poner las cosas en su contexto. Aquella aventura la impulsó Juan Megino, alcalde popular de Almería. Fue bajo su mandato cuando se consiguió la nominación. Pero los vericuetos de la política local son como son. Para cuando llegó el momento cumbre, la inauguración de 2005, Megino ya no era del PP, lideraba el GIAL (Grupo Independiente por Almería) y gobernaba en coalición con el PP, cuyo alcalde era Luis Rogelio Rodríguez Comendador. Aquello generó una situación insólita y, no nos engañemos, una tensión palpable. Por primera vez, el Comité Organizador (COJMA) no lo presidía el alcalde de la ciudad anfitriona, sino el primer teniente de alcalde, Megino. Y fue él quien tuvo un protagonismo destacado en la ceremonia inaugural, para visible enfado del alcalde Rodríguez Comendador. Una "bronca política" en toda regla, en el corazón mismo del proyecto. ¿Juntos? Casi.
Pero no fue la única disonancia en aquella sinfonía que ahora se quiere recordar perfecta. El impulso inicial desde el Gobierno central vino de la mano de José María Aznar y el Partido Popular. Sin embargo, para 2005, quien ocupaba La Moncloa era el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Su presencia en la inauguración, representando al Gobierno de España que culminaba el esfuerzo inversor iniciado por otro signo político, también generó cierto "desasosiego" en las filas populares, que veían cómo el mérito (y la foto) cambiaban de manos a última hora. Otro elemento que matiza ese "juntos".
Y hay más. Ahora, la Junta de Andalucía, gobernada por el PP, se suma con entusiasmo a la conmemoración, aportando un tercio del esfuerzo organizativo del aniversario. Es la misma Junta de Andalucía a la que, en aquellos años previos a 2005, el Partido Popular almeriense (entonces en la oposición pero gobernando el Ayuntamiento) acusaba constantemente de "escasa implicación" y falta de compromiso con los Juegos. Paradojas de la política. La Junta que "poco hizo" (según el PP de entonces) ahora celebra con fervor, mientras que el Gobierno central (hoy del PSOE), al que el PP de entonces sí reconocía un papel inversor clave (aunque fuera bajo Aznar), parece quedarse fuera de esta celebración oficial del vigésimo aniversario.
Así que sí, Almería pudo. Logramos organizar unos Juegos memorables que marcaron un antes y un después en la ciudad y en la provincia. Fue un éxito colectivo del que todos los almerienses debemos sentirnos orgullosos. Pero no caigamos en la trampa de una memoria selectiva o de una unidad retrospectiva forzada por las conveniencias políticas del presente. Aquello no fue un camino de rosas ni un paseo triunfal cogidos de la mano. Hubo tensiones, desencuentros, cambios de guion inesperados y equilibrios políticos complejos.
Bien está celebrar lo que bien acaba, pero recordando las cosas como fueron. Pudimos, y vaya si pudimos. Pero no fue "juntos". Fue "casi juntos". Y esa pequeña, pero significativa diferencia, también forma parte de nuestra historia.