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Las sandías de Kike
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Las sandías de Kike

Por Juan Torrijos Arribas
martes 26 de agosto de 2025, 09:41h
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Kike es uno de esos agricultores jóvenes que viene dedicando su vida a las tierras de la familia en Balanegra. Pudo dedicarse a otras actividades, pero decidió quedarse bajo el plástico en el que durante años vivieron sus padres. A ellos les ha llegado el momento de descansar, y a él ponerse al frente de esas hectáreas de invernaderos que han dado una forma de vida en esta Almería nuestra. Los pimientos en invierno, las sandías y melones en primavera y verano. Los pimientos vienen dando buenas cifras económicas cada temporada te cuenta Kike, las sandías tienen su altos y sus bajos precios. Es una incógnita que solo se despeja cuando las llevas a los mercados.

Paco y Gloria en El Ejido son otros eslabones de la cadena. Toda una vida dedicada a la agricultura y ahora ha llegado el momento de pasearse por la tierra, ver la alegría de las plantas y ser felices. Padres que se merecen el descanso, mientras sus hijos, como ha hecho Kike en Balanegra, se han hecho cargo de los problemas y de las alegrías. Los pimientos casi siempre dan alegrías, te cuentan, las sandías ¡ay, las sandías! vienen siendo en campañas anteriores susto o muerte. No ha sido el caso de este año, dicen con cierta sonrisa en los labios.

A primeros de junio compartimos unos días de viaje con Kike, y era normal que se hablara de trabajos, de ilusiones, de agua y precios en el campo. Había vendido los primero kilos de sandías, y el precio logrado de salida fue de 45 céntimos el kilo, lo que se consideraba un buen precio para el inicio de la campaña ante las vividas en años anteriores. Pero no se podían lanzar las campanas, había que esperar lo que pudiera ocurrir en los meses venideros. Estamos a mediados de agosto y los precios de los que hablan anuncian que esta campaña va a ser la de la sandía. Uno se alegra, por los amigos conocidos, y por todos aquellos agricultores almerienses que ven como este verano se consume la fresca y dulce sandía de nuestros invernaderos.

Pero no ha sido así todos los años. El verano pasado la sandía se pagaba a ocho, diez céntimos el kilo, nos contaba. Con ese precio no había posibilidad ni de estar cambiando el dinero. Lo que nos extraña a los consumidores, lo mismo ya no nos acordamos, es que el precio de la sandía en las grandes superficies no ha cambiado mucho del año pasado a este. Le pagaban menos al agricultor, pero el consumidor no disfrutaba de esa diferencia. Es evidente que alguien se quedaba con las ganancias, las que no recibía Kike y la rebaja que no disfrutaban las familias.

Los datos oficiales que hemos conocido en estos días, nos hablan de casi cuatro mil millones de euros. Un triunfo que agradecen los bolsillos de las familias que se dedican al trabajo en los invernaderos, y todos los que en su entorno provincial trabajan y viven de estos campos almerienses. Uno se alegra de los triunfos de la tierra, y es quizás poniendo nombres propios, cuando te das cuenta de la realidad. No son grandes empresas, son familias, no son especuladores, son padres e hijos que vienen trabajando desde hace décadas sus fincas, y que hoy le han abierto las puertas a cientos, miles de hombres y mujeres que han venido de otras tierras a trabajar junto a ellos.