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Un trastorno de siquiatría
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Un trastorno de siquiatría

Por Rafael M. Martos
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directornoticiasdealmeriacom/8/8/26
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domingo 12 de octubre de 2025, 06:00h
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La provincia de Almería, como epicentro de la actividad agrícola en Andalucía, vive en un permanente crisol de culturas. Esta riqueza social se convierte, sin embargo, en la excusa perfecta para aquellos partidos que han encontrado en la inmigración el foco de una obsesión que distorsiona cada debate y anula la empatía más básica. Asistimos a un espectáculo de indignación selectiva donde el sufrimiento de las víctimas es, simplemente, un pretexto.

Lo hemos visto con una claridad dolorosa en los últimos sucesos. Este mes de octubre, nuestra provincia se ha visto sacudida por la violencia extrema. Una mujer era asesinada en La Mojonera. Un crimen, como tantos, que mereció la condena institucional esperable: un minuto de silencio en el Ayuntamiento. Sin embargo, a pocos días y pocos kilómetros de este suceso, el mismo partido que ignoró el dolor de esa víctima sí se apresuró a convocar una rueda de prensa y a activar todo su aparato de propaganda. ¿El motivo? Un caso de tocamientos a una menor donde el presunto autor era, al parecer, un inmigrante.

El patrón es inconfundible y profundamente inmoral: la víctima solo importa si el agresor es extranjero. Si el verdugo es nacional, el crimen es una "desgracia"; si es foráneo, se convierte inmediatamente en un argumento político. La calidad del dolor, su valía social y mediática, dependen de la nacionalidad del culpable, no de la gravedad del delito o de la vida truncada.

Esta fijación con la inmigración se manifiesta en todos los ámbitos, demostrando una obsesión permanente que raya en lo patológico. No es casualidad que, ante una crisis como la de las deficiencias en el programa de mamografías en Andalucía, la respuesta de estos grupos sea, invariablemente, desviar la culpa y preguntar por el dinero destinado a los inmigrantes y que habría evitado, dicen, el problema.

Es la misma demagogia que hemos escuchado en el debate sobre las pensiones a nivel de Estado: en lugar de discutir la financiación del sistema o la mejora del poder adquisitivo de nuestros mayores, el discurso se centra en enfrentar a pensionistas con inmigrantes. Y si el sistema educativo no funciona, es culpa de los mismos, y si hay problemas en el sistema santiario, también, y si colapsa RENFE, también... pero oiga, no se les ocurre que quizá con una reducción de sus salarios, con una reducción de privilegios para sus señorías, con menos dinero para sus fundaciones... algo se podría hacer.

En seguridad, en sanidad, en economía: la inmigración es su respuesta universal a todos los problemas. Esta constante e irracional focalización, este trastorno de la fijación, ignora una realidad incontestable: los datos. En España, el porcentaje de población inmigrante que comete algún delito es reducido. El grueso, más del 95%, son personas que trabajan, cotizan y son la base de la economía en lugares como el Poniente almeriense.

La política, cuando se obsesiona con una única causa, pierde su capacidad de gestionar la realidad. Dejan de importar las víctimas de la violencia machista o las mujeres que esperan una mamografía; la única causa válida es construir un relato de supuesta "invasión" para alimentar un electorado temeroso.

Esta necesidad enfermiza de encontrar un chivo expiatorio externo para cualquier deficiencia interna o tragedia social no solo es éticamente reprobable, sino que es un síntoma de una profunda miseria política que les convierte a algunos de ellos en carne de diván. En Almería, la urgencia es atender a las víctimas, proteger a las menores y garantizar servicios públicos dignos para todos sus ciudadanos, sin importar su origen.

Lo que algunos demuestran con su activismo selectivo no es preocupación por las víctimas, sino una obsesión enfermiza que usa el dolor ajeno para sus fines. Es una enfermedad política que exige, al menos, ser nombrada para poder ser tratada.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"