En enero llegará a todas las librerías “Lo que el hielo atrapa”; la tercera novela de este joven pediatra almeriense que ha pasado de la autopublicación y la distribución gratuita de “Realidad aumentada”, a fichar por Ediciones B para publicar “Holocausto Manhattan”. Promoción, book-trailer, firmas de libros... pero con los pies en el suelo. En el suelo de Almería.
Bruno Nievas es apasionado. Y agradecido. Eso se le nota desde el minuto cero de la entrevista. En realidad desde antes de ponernos a grabar, cuando hablamos de la “tasa Google” o “canon AEDE”, y lamenta que en vez de aprovechar las ventajas de lo digital para expandir la cultura, quienes no han sabido gestionarlo, pretendan ponerle puertas al campo.
Es por esa pasión que destila que tampoco debería extrañar tanto que haya logrado hacer realidad lo que, dice, “sigue siendo un sueño”. “Parece la historia que le ha ocurrido a otro”, pero no, le ha ocurrido a él, y lejos de mostrarse crítico con quienes no aprecieron su talento inicialmente, asegura que está “muy agradecido”.
Esa gratitud se extiende al “mundillo literario”, donde afirma haber encontrado “mucho apoyo” -cita a Gómez Jurado, a Loureiro, Sierra, Lorenzo Silva...- y que “si existen” rivalidades “tipo Góngora-Quevedo” entre escritores, “a mi me está tocando la parte bonita”. Agradece los consejos, las invitaciones a eventos, que “hablan con quien sea para echarte un cable”, y la ayuda en las redes sociales, donde también él se mueve con soltura, y desde su cuenta en Twitter promociona libros de otros escritores más o menos conocidos, o simplemente por ser buenos y tener precios bajos “y la gente lo agradece”.
Y también agradecimientos a ese “rincón, en la esquina abajo a la derecha, ninguneado por gobiernos de distinto signo”, Almería, “donde se palpa mucha creatividad” y “parece que siempre nos lo tenemos currar todo nosotros”. Señala que es lo primero que pide que aparezca en las solapas de sus libros, que es de Almería, y al preguntarle si se siente “profeta en su tierra”, ironiza con que “si a una persona a la que la palabra escritor le parece grande, le preguntas si se siente profeta en su tierra, es como si me dejaras caer un trailer”.
Su primera novela partía de Almería, pero ni la segunda y ni esta tercera "Lo que hielo atrapa" tienen nada que ver con ella. Desde Londres a la Antártida hay un largo camino que no pasa por estas tierras, a las que puede que vuelva en próximas entregas, según reconoce.
Está basada en hechos reales, es una novela de aventuras de corte histórico, ambientada a principios del siglo XX, cuando se produce la expedición de Ernest Shackelton para cruzar la Antártida, una gesta “maravillosa de superación humana”. Pero en aquel acontecimiento narrado en la prensa de la época “quedó algo sin explicar, ellos hablaban de una cuarta presencia y en esa parte es donde yo introduzco la ficción, ese hipotético personaje que explica qué pudo suceder allí”.
Apasionado, relata que el proceso de documentación para esta obra ha rozado “la obsesión” hasta el extremo de necesitar saber las características de los pelos de la piel de las botas que llevaban los tripulantes. Además, “ahondando en la vida de los personajes siempre quieres saber más” y se le ha llevado a hacerse con infinidad de libros referidos a aquella expedición y a sus integrantes, incluso adquirió una biografía del capitán del barco que encontró en una librería de segunda mano en Nueva York, del que sólo se hizo una edición, y ya venía subrayado por su anterior o anteriores propietarios desde que fue impreso en 1990.
Si se resiste a autocalificarse de “escritor” -pese a lo cual en su blog figura como tal- es tal vez por el afán de mejorar, de seguir mejorando, dándose cuenta el mismo de esa evolución. Reconoce que la primera novela la escribió “por escribirla, no tenía ni idea de como se escribía, luego la arreglé”, la segunda “era mejor”, y esta “he intentado ofrecer un producto mucho más serio, mejor escrito”. Una evolución de estilo que se debe al estudio de otro buen número de libros -sobre todo norteamericanos- en los que se enseña a escribir novelas en general, pero -y él mismo lo cuenta con cierto asombro- se explica cómo construir personajes concretos, incluso “malos, no sabes cuantos libros enseñan a construir malos, que los malos no tienen que ser solo personas, pueden ser elementos, el miedo, el frío, el hielo...”
Dos años y medio para poner el punto final a “Lo que el hielo atrapa”, arañando minutos a lo largo del dia, día tras día, anotando hasta 90.000 palabras -el tamaño de una novela media- de ideas, que luego se van encajando y modelando, sacrificando “tiempo de calidad”, el que le debes a los seres queridos.
Bruno Nievas destaca el trabajo de Ediciones B, con quienes está encantado por el cariño con el que están tratando su obra, pero obviamente eso no sería posible, sin la propia obra.