En múltiples ocasiones hemos conocido el proceder de este gobierno ante situaciones que resultarían insostenibles en un país democrático con un razonable Estado de derecho.
Pedro Sánchez llegó al poder con el argumento de una “corrupción sistémica” del PP que, posteriormente, se demostró inexistente. Pedro Sánchez gestionó la pandemia con dos cancelaciones de libertad de todos los españoles que, posteriormente, se declararon ilegales. Pedro Sánchez ha culpado y perseguido a la presidente de la Comunidad de Madrid como la culpable de las muertes en las residencias durante la pandemia. Pedro Sánchez nos ha enfrentado a los países del ámbito occidental alineándose con el entorno palestino que, a su vez, alberga el terrorismo salvaje y antisemita de Hamas. Pedro Sánchez nos distancia y nos enemista con dirigentes de países como Argentina, Italia o EE UU. Por el contrario, Sánchez no mueve un dedo ante las dictaduras criminales de Venezuela, Cuba, China y el Medio Oriente.
Pedro Sánchez está dispuesto a todo lo que sea menester por mantenerse en el poder con los apoyos de un partido cuyo líder es un prófugo de la justicia española. Pedro Sánchez está dispuesto a todo lo que sea menester por mantenerse en el poder con los apoyos de un partido cuyo líder es un condenado por terrorismo etarra. Pedro Sánchez está dispuesto a todo lo que sea menester por mantenerse en el poder con los apoyos de diversos partidos y grupúsculos a los que sólo les interesa sacar beneficio inmediato para sus intereses personales y electoralistas.
Pedro Sánchez es el epicentro de presuntos delitos que afectan a su esposa, su hermano, su mano derecha, su número tres, su fiscal general, su Tribunal Constitucional… y, ahora, su “fontanera” emulando conductas muy coincidentes con comportamientos mafiosos. El partido que representa Pedro Sánchez cuenta con conspicuos personajes que se han visto envueltos en presuntos -y otros probados- escándalos de violencia de género, explotación sexual, tráfico ilegal de mercancías, destrozo de mobiliario hotelero, contrataciones irregulares, trabajos ficticios… Pedro Sánchez ha respondido a todas las acusaciones y a todas las pruebas, muchas irrefutables y palmarias, que “todo es un bulo, fruto de la máquina del fango”. Así, con estas palabras, Pedro Sánchez se zafa de toda responsabilidad política y, si faltase para tanta iniquidad, tilda de persecución, cacería y fascismo a los que osen señalar estas infames cacicadas.
Un primer ministro británico tuvo que dimitir al descubrirse que tomaba unas cervezas con sus colaboradores en Downing Street durante la pandemia. Otros dignatarios europeos abandonaron sus puestos, abochornados y humillados, al descubrírseles plagio en su tesis doctoral o por evadir unas multas de tráfico. Estas faltas son gravísimas desde la responsabilidad de dirigentes con un mínimo de dignidad y en una sociedad que no permite estos excesos. Sin embargo, son “menudencias” para el PSOE y sus adminículos colaboradores secesionistas y de la extrema izquierda: todos tan ejemplares como los socialistas.
Establezcamos un a modo de silogismo: Pedro Sánchez se mantiene en el poder aun con asuntos tan evidentemente execrables. Mantenerse en el poder con indecorosas trapacerías antidemocráticas es propio de autócratas. Luego, Pedro Sánchez permanecerá en el poder por encima de procedimientos democráticos al uso. O sea, ¡ni con agua hirviendo!