Atravesado el meridiano de la legislatura tengo que confesar que esta citada legislatura agota a cualquiera, le interese la política o no. Comprometerse a prestar un servicio público desde un partido minoritario es una labor compleja y que debe de dejar exhausto. Lo que es cierto es que quien viene de espacios pequeños pero dignos lo que intenta es hacer la vida mejor para los ciudadanos, y sobre todo quiere poner de manifiesto que “todos no somos iguales”. Por otro lado, estos espacios políticos pequeños intentan continuar adelante porque lo que observan todos los días en el bipartidismo de PP y PSOE es podredumbre y mediocridad. Si vemos cualquier medio de comunicación escucharemos con tristeza cómo PSOE y PP “se tiran los trastos a la cabeza” por competir por quién es más ladrón y más corrupto, y no voy a enumerar los casos de corrupción de ambos partidos políticos porque sería una lista interminable. Según algunos datos de economistas entendidos en la materia, la corrupción nos cuesta un 17,5% del Producto Interior Bruto (PIB), con una deuda pública del 104%, y debiendo a los acreedores más de 32.000 € de cada ciudadano. También es importante indicar que se cifra en un 15,8% la economía sumergida en nuestro país, lo cual se traduce en unos 212.900 millones de euros, y la presión fiscal a cada ciudadano ya ronda el 40%. La corrupción está institucionalizada y forma parte del ADN tanto del PP como del PSOE, y si no me creen, pongan la televisión ahora mismo o abran un periódico : todo esto de la mano de los dos partidos que nos han gobernado los últimos cuarenta años. ¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que “el dato mata el relato”. Los trabajadores normales en nuestro país no llegan al día 15 del mes porque tienen sueldos de esclavitud habiendo un Gobierno de izquierdas que se hace llamar “progresista”, no pueden alquilar una vivienda porque casi les cuesta lo que cobran mensualmente, y cuando luego ven que todos esos impuestos que pagan se van a mordidas, prostitutas, cocaína y corrupción de toda índole, deciden que la mejor solución es votar otras opciones más a la derecha de la derecha. Mientras tanto, la llamada izquierda de nuestro país está cada vez más diluida en discusiones vanas e internas, lo que yo siempre he denominado «la izquierda de las tontadas», lo cual las va borrando del mapa político. Para terminar esta humilde columna de opinión, sólo una cosa : los ciudadanos que escogen formaciones políticas corruptas no son víctimas, son cómplices.